9 dic 2014

El hombre que volvió de la muerte

Sábado a la mañana.  Apuro el desayuno, para llegar a tiempo a la cancha del Hapoel Tel Aviv, donde tengo un mediocampista de once años que si mete un gol me lo dedica y así transforma mi Shabat en una fiesta.

Suena el celular.  Hecho un vistazo a la pantalla y la retina me devuelve un número que no identifico.  ¿Contesto?  Miro el reloj.  Decido que si, mientras chequeo que no falten botines, tobilleras, agua...
-¿Quién habla? -pregunto en hebreo.

"El hombre que volvió de la muerte" me contesta alguien en un castellano bien porteño.  Sonrío y tardo unos segundos en reconocer la voz grave y ronca... porque cuando lo fui a ver, cuando lo visitamos en el Hospital... estaba prácticamente mudo y una traqueotomía le cerraba la garganta.

Ale Stein estaba del otro lado de la línea.  Bromeando, riendo, divirtiéndose con mi sorpresa.  Ale del Kibutz Barcaí, el de escritura arrabalera.  El que narra desde el corazón, casi al quiebre.  El que iba a venir al Encuentro de Lectura en el Cervantes pero la Muerte lo interceptó de sopetón y lo desvió... por un ratito, porque él se aferró a la Vida como una hiedra.  

Ale -que ese día no pudo llegar- pero me mandó su texto titulado "Mi muerte y la gloria".  Como si hubiera sabido que le haría "pito catalán" por un tiempo más y saldría glorioso de la afrenta.  Ale, el que escribió en este mismo blog, en el post Mi propio Aleph, uno de los "ALEPHS" mas emotivos que he leído.

Le transmití los saludos y la preocupación de todos y él les mandó su agradecimiento y emoción TOTALES por vuestra "buena vibra" durante estos meses difíciles.  Muy MUY pronto -prometió- estará sentadito entre nosotros en el Cervantes de Tel Aviv porque ya que sobrevivió... ahora tiene que contarla.

Qué se va a hacer, este sábado que pasó, mi futbolerito no metió ningún gol.  
Pero escuchar a Ale -con su voz tanguera y su ritmo de bandoneón- hizo que mi Shabat fuese una fiesta.

1 dic 2014

Tip 47: "Ahora puedo contarlo"

Entré a la manicuría lívida de frío y todavía temblando.  Me había quedado a dormir en Jerusalem y me tocó volver de mañana, temprano, en un día gris como un mal amor y con esa lluviecita pertinaz que arruga el parabrisas todo el tiempo.

Violeta recién había abierto el local y no necesitó mas que un instante para leer en mi rostro que yo había atravesado una experiencia terrible.

-Sentate- casi ordenó, mientras se paraba de un salto para hacerme un té-.  Parece que venís del más allá.

-De ahí vengo- acoté.

Y me senté al abrigo del micro-clima tan cálido y apacible que Violeta sabía generar en el minúsculo recinto de la manicuría, sin ninguna intención de "hacerme las manos", sólo con la imperiosa necesidad de contar y encontrar alivio en ello.

-Anoche dicté una conferencia en Jerusalem y pernocté en lo de mi prima para no volver manejando entre la oscuridad, la lluvia, las curvas y el asfalto resbaladizo- conté.

Violeta aprobó la decisión con un gesto firme de cabeza.
-Esa ruta es una montaña rusa.

-Salí hoy a las 6.30, para evitarme el bardo a la entrada de Tel Aviv y tener tiempo de pasar por casa a cambiarme antes de ir al laburo- continué con tono trémulo, sin poder creer aún que estaba contenida y a salvo, narrando la anécdota de lo que había vivido-.  De repente, vi un cartel que alertaba con letras electrónicas en amarillo:  "Cuidado:  a 500 mts. niebla intensa".

Violeta se agarró la cabeza.  Y yo... tomé un sorbito de té para animarme a explicar como bordeé un abismo con patines en los pies y con los ojos vendados.

-No fue paulatino.  De repente, me encontré adentro de una nube espesa.  Sentís que te taparon los ojos de atrás y tenés que seguir por un camino que está en arreglo, corcovea entre cerros y no tiene banquina.  Fue pensar en todos y cada uno de mis seres queridos.  Fue imaginar un camión que me choca de atrás y creer a cada segundo que me estrello con un auto de adelante o vuelco hacia el borde del camino.  Fue abrir los ojos como pelotas de tenis y sin embargo, no distinguir ni siquiera el capot... Fue encender las balizas y las luces altas y...  conducir  rezando.

-¿¡Rezando, vos?!-  La tensión bajó y esbocé una sonrisa.

-Literalmente.  La oración parte de un miedo en el corazón y se te planta en la boca, es cosa de locos: "Shemá Israel, Adonai Eloheinu Adonai Ejad"- recité despacito.  Una y otra vez, Violeta... durante veinte malditos e interminables minutos, lo único que atiné a balbucear fue "Escucha Israel, Adonai es Nuestro Dios, Adonai es único". 
Y se hizo la luz.
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Queridos autores:  a veces vivimos (o imaginamos) situaciones puntuales muy específicas que son traumáticas en el momento, pero que -por suerte- ese trauma no dura en el tiempo y uno "vive para contarlo".  Son peripecias  que nos hacen pasar un momento muy feo, pero luego, al abrigo de familia y amigos, se convierten en la anécdota estrella de la reunión.
¿Quién aporta al blog la narración de una circunstancia tremenda vivida (real o ficcional... ¡eso no importa!) que tiempo después se convierte en anécdota?

15 nov 2014

Violeta se presenta en público:

Encuentro Abierto
Tarde de té, masitas y...  una receta fabulosa:
¿Cómo crear historias apasionantes?
Miércoles 19 de Noviembre a las 17.00 hs.
en la Calle Klazner 3 - Raanana - Israel
Organiza:  WIZO  
(Organización Internacional de Mujeres Sionistas - Sede Raanana)
A no faltar... empieza el culebrón


9 nov 2014

Tip 46: "In medias res"

Yo esperaba mi turno sin apuro, conversando animadamente con una psicóloga que estaba haciendo un doctorado en sociología, cuando se desató el escándalo en la manicuría.

Una mujer -a la que Violeta le estaba terminando de pintar las uñas- vio que otra clienta ingresaba al local y al reconocerla, los ojos se le saltaron de las órbitas y se le echó encima como poseída por el diablo, con salto felino y chillidos de papagayo herido.

En su atorado trayecto, desparramó esmaltes y acetona por doquier, se atascó con mi pierna echando al piso los anteojos de la psicóloga, tropezó peligrosamente con la palanganita de pedicuría y ahí nomás, las dos clientas se enredaron en una pelea con arañazos y arrancones de pelo, sin que ninguna de las tres espectadoras involuntarias (Violeta, la psicóloga y yo) entendiera qué estaba pasando ni cómo detener la batahola.

Para ayudar a mi consternada manicura -que quedó paralizada ante la vista de frasquitos y alicates que volaban por los aires- yo intervine elevando la voz e instándolas a continuar la reyerta fuera del local. Así, logré empujarlas hasta la vereda, donde la atacada empezó a correr, la otra la persiguió y las perdimos de vista cuando dieron vuelta la esquina.

Nos pusimos a ordenar la manicuría con signos de pregunta en la mirada y curiosidad de barrio chico.
-¿La conocés?  -le pregunté a Violeta.
Mi manicura negó con la cabeza y se encogió de hombros.
-Ni a ésta ni a la otra,  Es la primera vez que las veo en mi vida.
-Ya va a volver -observé-.  Dejó acá su cartera y el celular.

Efectivamente. Un momento después, la primera mujer llegó con el maquillage corrido por lágrimas de bronca y -demás está decir- las uñas recién pintadas todas estropeadas.  Se sentó en el banquito que había ocupado hasta que una fiera le brotó de las entrañas y mirándonos con infinita pena, se sintió obligada a esbozar una explicación:

-No vine a esta manicuría al azahar.  En esta cuadra se mudaron mi ex-esposo con su amante y... a esta hora aproximadamente, ella vuelve del trabajo- confesó con labio tembloroso y enjugándose los ojos-.  En realidad, la estaba esperando.  Pero se me escapó... -dijo frustrada-  ¡Qué rabia!   Justo entró a tu manicuría y se me escapó... -repitió-.

Violeta apeló a su tono práctico de mujer que transitó varias vidas y sentenció:
-Si un marido se quiere ir, hay que dejarlo ir.  Y al que tendrías que encarar es a él, no a la chiruza que se les cruzó en la vida.  Acto seguido, insinuó el único tipo de consuelo que podía ofrecer y se dispuso a arreglarle de nuevo la pintura corrida de las uñas, sin cobrarle ni un peso de más.

Un silencio denso y algo incómodo -solo interrumpido por los suspiros de congoja de la protagonista- invadió como una sombra la manicuría.  De pronto, la psicóloga con la que yo estuve hablando, se envalentonó y disparó un comentario que atravesó con el impacto de un rayo el aire enrarecido del local:
-Señora, no sé si ésto la consolará pero... el tema que elegí para la tesis de mi doctorado, es que el matrimonio no funciona mas.  Es un negocio, un acuerdo de conveniencias, una sociedad en la que dos quedan atados de por vida porque compraron una casa juntos y trajeron retoños al mundo. Pero cuántos, verdaderamente cuántos siguen juntos... porque lo desean?  No funciona más, señora, y...
-A mi me funcionaba de maravillas- interrumpió la mujer... y prorrumpió en llanto otra vez-. No saben qué historia de amor la nuestra, de película.  ¿Quieren escucharla?  El me salvó la vida varias veces y yo a él... ¡Eramos felices hasta que apareció esa cochina!  -y se preguntó a si misma-  ¿Quién me rescatará ahora, cada vez que esté en peligro?

La pregunta quedó flotando lastimosamente en el aire y la mujer, en forma involuntaria, al agarrar un tissue-  estropeó de nuevo el esmalte fresco de las uñas.  Eso la compungió aún mas y la llenó de furia.   -Si es necesario -profirió- ¡vendré aquí cada tarde a esperarla!

Violeta abrió grandes los ojos, nos miró como pidiendo consentimiento y acotó:
-¿Sabés qué?  Hoy no te cobro el servicio y -con el permiso de mis otras clientas, mientras nos contás tu historia de amor- te voy a pintar las uñas por tercera vez.
Pero esperala en la vereda.  Adentro de mi local... NUNCA MÁS.
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A veces, algún escándalo a gritos en el vecindario, una pelea entre amantes, un disturbio entre automovilistas o la revelacón de un desengaño amoroso, resultan disparadores  suficientemente atractivos como para interesar al lector y generarle el deseo de saber mas sobre los personajes. ¿Qué pasó? ¿Por qué llegaron a esa situación de violencia?  Ese comienzo furibundo "in medias res" (en el medio del problema)  suele ser efectivo y atrapa.  A partir de ahí... arranca la historia, vamos hacia atrás en el tiempo y contamos como se llegó a ese punto de disturbio y dolor.
A ver autores... ¿Quén aporta al blog una breve historia en la que el disparador, sea un escándalo a grito pelado?  ¿O un ejemplo de película o novela que comience así?

11 oct 2014

Tip 45: El Arte inspira al Arte

Silencio.
La manicuría estaba desierta y Violeta sin ganas de conversar.  Intenté sacar conversación en tres ocasiones, pero me contestó con un monosílabo.  Entonces recorrí con la vista el armonioso y pequeño local, como tantas veces lo había hecho y me quedé enfrascada en mis pensamientos, con la vista fija en la pared de enfrente, pintada de una rosa pálido y tenue.

Minutos después, se me ocurrió la idea.  Llegó como una ráfaga, como un ciclón que me impulsó a moverme en el asiento con brusquedad, dando un respingo.  Violeta me miró por sobre los anteojos inquieta y molesta porque la uña que estaba pintando, quedó hecha un estropajo.

-Tengo una idea para esta pared que queda justo frente a la mirada de las clientas que atendés... y que se ven obligadas a mirarla fijo durante 30 minutos o más cada vez que vienen.

-Ni lo intentes -se atajó Violeta-.  Me costó mucho "pegarla" con el color, la pintaron tres veces. Primero quedó un rosa fuerte, casi fucsia, muy ordinario.  La segunda vez era clarito pero muy lila. Solo en el tercer intento, los pintores lograron el color que yo elegí en la paleta.  Es un tono tranquilizador -me miró amenazante-.  No lo cambio por nada ni por nadie en el mundo.

-Si, pero le falta algo... Una clienta no puede estar mirando durante 30 minutos "un tono tranquilizador".  Si no le hablás, si no tiene  algo para leer y si ya jugó con el teléfono ¿que tiene de malo mostrarle en tu espacio, en este ámbito que además de una manicuría es un nido de relax, algo más... inspirador?

-¿Inspirador? -Violeta sintió curiosidad pero no pudo evitar la sospecha que le producían a veces mis ocurrencias- ¿Qué, por ejemplo?  ¿Un cuadro?  ¿Un plasma para que miren películas?- sugirió.

-¡Nada que ver! -rechacé-.  Me refiero a algo verdaderamente original, que va a convertir tu manicuría en un lugar del que la gente hable, cuente, se asombre... es una idea genial, incluso te va a traer mas clientas y posiblemente una nota en el diario.

-¿Por una pared?  ¿De qué hablás?

-Te voy a traer unos marcadores gruesos que tengo, tipo para escribir "graffittis" y vos le pedís a cada clienta que -antes de irse, cuando el esmalte de uñas obviamente se le secó- que escriba en esta pared una frase que la conmueva.  Puede ser de un filósofo, o un aforismo, o un verso de un poema, o la frase memorable de una película,  Así, cada clienta dejará una huella en tu negocio, una señal que puede indicar o mover algo en otra persona.    

Violeta me miró dubitativa pero con interés. Aproveché para arremeter y convencerla.

-Imaginate si en lugar de estar media hora mirando una pared en blanco, una clienta "se enriquece" leyendo frases de los grandes de la historia, una reflexión de Aristóteles, un verso de Neruda o... -busqué un buen ejemplo- la universal réplica de Bogart en Casablanca...

-"Siempre nos quedará París"  -completó Violeta asintiendo con un muy leve subir y bajar de cabeza y mirando por primera vez la pared con otros ojos-.

Las dos sonreímos.

-¿Y no quedará un mamarracho? -titubeó-.

-Te aseguro que no: una pared puede ser mucho más que eso, Violeta.  Puede ser un muro inspirador, un motor o un impulso que te conduzca a ver una película o a conocer un autor.
Y -de última- si no te gusta... ¡harás que la pinten por cuarta vez!

Esta vez, Violeta no me escrutó con escepticismo y desdén, sino que me miró encantada.  
Esta vez, "compró" una de mis ideas locas con entusiasmo infantil y no quiso perder ni un segundo.

-La primera frase la escribís vos, ahora mismo, en cuanto se te seque el esmalte...  ¿que vas a poner?

-Tengo varias, dejame pensar.  La mayoría son de películas o canciones conocidas.  Hay una de Lincoln, que me gusta mucho y la tuve durante años pegada en un rincón de la mesita de luz:  "Casi todas las personas son tan felices como deciden serlo".  O la misteriosa frase que inspiró una novela de José Saramago... "Siempre acabamos llegando a donde nos esperan".  
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Las ideas en general, llegan de repente y nos quitan en cierto modo la paz, nos inquietan,  nos empujan a emprender algo o en nuestro caso particular, a sentarnos frente al ordenador y poner en palabras ese revuelo alocado que de pronto, nos empezó a quemar por dentro.

El arte es inspirador y a veces una idea para escribir, proviene justamente de otro ámbito artístico, de un cuadro, de una ópera, de una película que vimos o de un pensador que leímos y nos dejó "picando" un montón de cuestionamientos ¿Cuántas veces abrimos un libro y este comienza con una cita o frase  de otro autor"? 

A ver autores... ¿Quién aporta al blog una frase "inspiradora", que ilumine no solo la pared de la manicuría de Violeta, sino -tal vez- despierte también la musa de otros lectores-escritores?

29 sept 2014

La Matacandelas y El Coleccionista de Años Nuevos

Tarde de lectura, brindis, manzana con miel, cafecito y excelentes escritos de autor en el Instituto Cervantes de Tel Aviv.  Cada participante leyó su cuento en voz alta y los presentes escucharon y evaluaron en base a lo aprendido.
¿Son visibles los personajes?  ¿Creíbles? ¿Es original la historia?  ¿El desenlace sorprende?

Al final, con dificultad  -porque todo lo leído tenía un nivel excelente- los presentes emitieron un "voto del público", un "feedback", una elección que ubicó a DOS trabajos en el podio de los que más conmovieron.  Y a nuestra querida Directora del Cervantes -Carmen Alvaréz- le tocó la ardua tarea de definir...

En primer lugar quedó "La Matacandelas" cuento de sugestivo título y alta intriga, que escribió Mariluz Rivera Sierra.   
En segundo lugar, la original historia de Vivian Schultz  "Italo, el coleccionista de años nuevos", que nos hizo despuntar aplausos y también sonrisas.

Hoy en el blog,  les regalo a Ustedes y a Violeta, las historias de Mariluz y Vivian.  Las encontrarán en la página principal, arriba a la derecha, en la ventana titulada "Cuentos de Otros Autores"

20 sept 2014

Tip 44: Originalidad o "Que no se cumplan todos tus deseos"

Una psicóloga argentina, había llegado por primera vez a la manicuría prolija de Violeta en Ramat Gan.   Tenía un look estudiadamente desordenado, cabello enrulado, jeans rotos, anteojos lectores y otras características que le daban un aspecto filosófico-intelectual que molestó de entrada al espíritu práctico de mi manicura.
Las tres conversábamos de nimiedades en castellano, hasta que el esmalte nacarado de las uñas de la psicóloga se secó y ella pagó lo que debía.   Con el vuelto, recibió también un cálido deseo de Año Nuevo de Violeta:

-¡Shaná Tová Umetuká!  Y que se cumplan todos tus deseos. 

La clienta recibió el vuelto, se quitó los anteojos y mirando directo a los ojos de mi atónita manicura, respondió algo espantada:

-¡No, qué dice!  Espero que eso no pase...-.  Y antes de salir agregó con vehemencia, poniendo el acento en la palabra "NO":

-Que NO se cumplan todos sus deseos, señora... ¡Shaná Tová!

La psicóloga salió y los ojos de Violeta se desviaron hacia mí incrédulos y rabiosos. Ya estaba por empezar a despotricar, cuando la frené sin miramientos:

-¡Qué genial!  -me apuré a decir-.  Te acaba de desear que sigas viva... ¿no te diste cuenta? 

-No- los ojos de Violeta me miraban con real incomprensión.

Te deseó que no se frene el motor.  Que siempre haya una grieta que rellenar y una falta que completar y unas ansias  por calmar y una esperanza por concretar...  ¡Qué bueno es desear "que todavía nos queden deseos" -me embalé-. Que aún haya reencuentros por conciliar e inquietudes que nos empujen, que todavía algo nos encienda y nos genere las ganas de ir por más, que algo más nos inquiete y preocupe y nos mueva para adelante... ¡qué deseo genial!

Violeta me miró más apaciguada pero con un meneo de cabeza desconfiado y un poco despectivo.   Sin dar el brazo a torcer, fiel a su estilo, señaló hacia afuera y hacia mí alternadamente y soltó en tono asertivo, como para que no quede lugar a dudas:

-La psicóloga tilinga esa y vos... ¡son tal para cual!  A mí en estas fechas sagradas, en los diez días del Juicio y la Inscripción en el Libro de la Vida,  que nadie me venga con anhelos novedosos o cosas extrañas.    A mi decime "que se cumplan todos tus deseos" O NO ME DIGAS NADA- puntualizó.

Acto seguido,  se concentró en hacerme las manos y nos mantuvimos en completo silencio, cada una inmersa en sus propias reflexiones.

Y al salir,  como no quería pelearme con mi querida manicura en la víspera del 5775, le di una canastita de manzanas y miel, la rodeé con un abrazo de oso y con los ojos humedecidos pues, la bendije como ella prefería:
-¡Que se cumplan todos tus deseos, Violeta!  
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Queridos autores:  les deseo un año de pasión e inspiración, esos dos grandes alimentos del alma.
¿Quién aporta al blog un deseo u anécdota original para amenizar las fiestas?

10 sept 2014

Gracias Gabo

Viernes  12  de  Setiembre de 2014,  a  las  11.00  hs. 
Teatro  Yad  Lebanim  de  Raanana (Israel)
"GRACIAS  GABO" 
Conferencia en Homenaje al Maestro, en el marco de la III  Feria del Libro en Español

¿Por qué podemos aprender de él, todo lo que un escritor necesita saber?


Este año, cuando Gabriel García Márquez se nos fue, el público de todos los rincones del planeta eligió despedirse de él posteando estas dos palabritas en diferentes idiomas:  "Gracias Gabo".
Ningún otro GRANDE de la literatura universal recibió al morir, tan sencilla y afectuosa muestra de gratitud popular.

¿Por qué esa necesidad de decirle GRACIAS a un escritor?  ¿Qué piensan autores?

3 sept 2014

Tip 43: La gota que rebalsa el vaso

Violeta delineaba con minuciosidad de artista el contorno de una rosa en cada uña de una clienta algo snob, mientras la conversación entre las seis mujeres que se ajustaban en el minúsculo recinto de la manicuría- giraba en torno a recetas para la cena de Rosh Hashaná.  

De pronto, un comentario se impuso con autoridad sobre todos los demás.  Quedó flotando en el aire, generó un respetuoso silencio y se adjudicó el derecho de sobreponerse a la importancia del menú de las Fiestas Judías.

La clienta algo snob justamente, le había comentado a Violeta en tono bajo, pero suficientemente audible para todas:

-"Odio la cena de Rosh Hashaná".

La lapidaria frase generó curiosidad general, asombro en algún caso e insólita empatía en dos clientas, que asintiendo con un rictus de mal recuerdo, aseguraron "yo también", despertando aún mas asombro y curiosidad en el resto.
Violeta entonces -la única con autoridad suficiente como para dar la palabra en ese reinado- detectó una de esas situaciones tan femeninas que se dan en vestuarios o peluquerías, donde varias desconocidas comparten durante un rato intimidades como si se conocieran de toda la vida, y efectuó la pregunta disparadora:
-¿Qué pasó?

Esas palabras, fueron para la clienta snob como una tabla de surf hacia la catarsis y el desahogo.

"Sucedió antes de comer el tercer plato, después del guefilte fish con jrein y de los barénikes con cebollita. Lo recuerdo bien porque Amít -mi hijo que ya cumplió los quince-  tenía entonces nueve años y poca paciencia para las cenas tan largas.  Por eso, después de probar las bolas de pescado y devorar sin pausa dos platos de barénikes lamiendo la crema del plato, cruzó los brazos sobre el mantel y se durmió profundamente justo cuando llegaban las bandejas con carne y pollo.

Mi madre apoyó con orgullo la fuente de horno donde relucía su especialidad indiscutida, que la ubicaba en el podio de las mejores amas de casa judías:  un pastrami entero de color marrón-bordó brillando en su jugo, macerado durante días y cocinado al fuego lento de las verdaderas delicias.

Ese plato era la estrella de la noche, pero ese año... fue mas bien un meteoro.
La cuñada de mi madre -relató la clienta mientras observaba las diez rosas-miniaturas perfectas que Violeta terminó de dibujar- abalanzó su tenedor y pinchó un trozo del manjar más esperado del año. Al probar el primer bocado y masticando despacio con aires de evaluación, sentenció "en broma" -como jura hasta hoy día-  lo que sonó como una declaración de guerra:

-Está mas dura que otros años.

La respuesta de su marido -hermano dilecto de mi mamá- no se hizo esperar, recordó la clienta: "Ni aunque vivas mil años -retrucó- podrás cocinar una carne así de blanda".  A lo cual -herida en su honor de idishe mame- mi tía replicó asociando esa blandeces con la hombría de él y cinco minutos después, cada pariente tomó cartas en el asunto, injuriando, gritando a alarido pelado y sacando a luz los trastos mas sucios del bagaje familiar".

La clienta se puso de pie y yo me apuré a ocupar el banquito que dejó libre.  Mientras pagaba, haciendo malabares para que no se corra la pintura de las rosas, apuró el final:

"El griterío despertó a Amit y lo que vió, lo despabiló por completo: dos primas lloraban por pertenecer a esa tribu de cizañeros, la familia de mi hermano amenazaba con irse antes del postre y mi madre vociferaba que todos se habían "cagado" en su esfuerzo  por preparar esa cena festiva.  Yo intentaba aplacar la tormenta alabando al famoso pastrami  y rogándoles que no empezaráramos el año a los bifes cuando, en medio del barullo, se escuchó la voz clara de Amit, que preguntó con real curiosidad:
-¿¡Que pasó mientras dormía?!  
Eso provocó la hilaridad general y salvó un poco la noche -finalizó ya casi saliendo-.   Cada año repite la pregunta en el medio de la cena de Rosh Hashaná y hasta hoy día, todos nos miramos, sonreímos, evadimos el tema y nadie pero nadie, le ofrece una respuesta".

Violeta tomó una lima y mientras la emprendía con mis manos, descalificó la historia de la clienta snob -muy poca cosa para su espíritu de telenovela y su expectativa de policial barrial- y dio el pie para seguir con las recetas:
-¿Qué contó?  ¿Una rencilla entre cuñadas?  
Hubiera contado  la receta del  pastrami...

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En las películas y novelas dramáticas, las grandes crisis o peleas, las tremendas dicusiones o los divorcios, en general son causados por detonantes muy específicos, triviales, puntuales e incluso olvidables, que en otras circunstancias no hubieran generado mas que una leve incomodidad, pero en ese determinado contexto, eclosionan.  Son conocidos como "la gota que rebalsa el vaso" y actúan como metáfora de una situación explosiva contenida, que busca una grieta para detonar, desatando así el conflicto

En " El amor en los tiempos del cólera",  García Marquez describe con mágica pericia, el cotidiano avatar que casi  termina con el sólido matrimonio compuesto por el exitoso Dr. Juvenal Urbino y la expeditiva Fermina Daza.  "Olvidaste poner jabón en el baño" -dijo el Doctor una mañana-. Fermina lo negó rotundamente... ¿Ella, olvidar algo?  Durante meses, ninguno dio el brazo a torcer y años mas tarde, hijos y nietos aún evitaban recordar si efectivamente había o no... jabón en el baño.
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A ver, autores... ¿quién hace "click" en comentarios y aporta al blog una historia donde una gran debacle (familiar, social, escolar, barrial) comience con un mínimo incidente?

31 jul 2014

Tip 42: Treguas

La conversación  en la manicuría de Violeta -en uno de estos días turbulentos que opacan el verano isralí- giraba en torno a la necesidad imperiosa, casi animal, de una tregua.   Una clienta, que había destrozado sus uñas mordiéndolas frente a la pantalla del televisor mientras miraba las noticias de esa guerra que se impuso como un tsunami sorpresivo y voraz, comentó algo que derivó la conversación hacia preocupaciones mas filósoficas y universales:
-Todo el año quiero huir de la rutina...  y hoy deseo volver a ella desesperadamente.

Lo expresó con tanta vehemencia y angustia, que generó un silencio inmediato entre las mujeres presentes. Es como si hubiera confesado, de pronto:  "Todo el año mi vida es una ciénaga... pero esta ronda de tensión y muerte es mucho mas intolerable aún".
Violeta, que en vano intentaba limar esas uñas devastadas por los nervios, elevó la vista de su tarea y la miró con pena.  Luego desvió su mirada hacia mi, como pidiendo aprobación, y entonces le soltó la verdad cruda, sin anestesias, señalando esos dedos deformes:

-No hay esmalte que pueda arreglar ésto... te estás haciendo daño-.  Y remató: -Esto no empezó con la guerra.  La que necesita una tregua sos vos.

La clienta se retiró como un ánima y cuando desapareció de la vista, el cotorreo recomenzó, se sucedieron los ejemplos y las anécdotas, cada mujer relató uno o mas paréntesis, treguas, parates, frenos, espacios, oasis, que la vida impone o que nos imponemos para tomar aire un ratito, para arribar al claro en el bosque, para dejar de ahogarnos, para retomar fuerzas o simplemente, para detenernos un momento a mirar una rosa o a escuchar con verdadera atención a un niño...  hasta la próxima sirena de alarma.
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Queridos autores:  en muchas historias y películas, los personajes comienzan siendo "perdedores" (sufrientes, tensos, angustiados, fracasantes) y de pronto logran dar vuelta esa situación y triunfar, enamorarse, sentirse mejor, salir del pozo y hacerle "pito catalán" a un destino de contratiempos.

En otras historias sin embargo, los personajes empiezan trastabillando en un camino pedregoso, aburrido y ruin, hasta que se topan -de pronto- con un atajo verde con frutos sabrosos... un oasis de felicidad y calma (por ejemplo, en la lograda novela de Mario Benedetti  "La Tregua").   Pero... en un lapso razonable pero corto, el atajo se termina y -cíclicamente- el personaje se enfrenta de vuelta con su realidad anterior, oscura, patética y rutinaria, desahuciada y sin sentido.

Quién aporta al blog un breve relato donde el personaje elegido... disfrute del efímero alivio de "una tregua" en su vida gris?