11 jun 2014

Tip 38: Si introduzco un objeto...

-Mi hermano llegó hace diez días de Buenos Aires y me trajo de regalo algo insólito- conté  apenas me senté en el banquillo "del sosiego", poniendo los pies en una palanganita con agua y ofreciendo mis manos de jardinera a Violeta, para que las transforme en las extremidades de una escritora digna.

Mi manicura me miró por sobre los anteojos reprobatoriamente y su flechazo crítico no se hizo esperar.
-NUNCA te gusta lo que te regalan.  Obsequiarte algo es una MALA IDEA, que se le ocurre a algún desubicado con pésimo gusto... ¿no?

Bajé la vista y sonreí, reconociendo que tenía razón:  Violeta ya parecía una integrante de mi familia y me criticaba como lo hacían ellos.  De todos modos, insistí.

-¡Se apareció con unas tijeras!  Flamantes, filosas y obviamente muy útiles pero ... ¿es lógico que un hermano que no ves hace un año te traiga de regalo unas tijeras?  Se lo comenté sin vueltas:

-Me acabo de mudar... ¡necesito tantas cosas!  ¿No podías traerme una bandeja o una hielera?  Un  mate, una alfombra ¡qué se yo!  una caja de té, individuales, unos parlantes copados, algún cuadrito con aires de tango...
Pero ni se mosqueó.

"Son tijeras increíbles... casi mágicas" -aseguró con un toque de misterio.  Y salió a correr por el parque Hayarkón hasta el Puerto de Tel Aviv, en malla, para desembocar en el mar, bañarse y volver corriendo hasta Ramat Gan.
Me quedé mirando las tijeras malhumorada y decidí no darles el honor de guardarlas en el cajón de la cocina reciclada de mi nueva casa -le confesé a Violeta-.  Las arrojé con desdén en mi bolsito-kit de jardinera que llevo para hacer las huertas orgánicas con los chicos en las escuelas y me olvidé del asunto hasta la mañana siguiente, cuando un grito estridente estremeció al colegio de Herzlia donde estaba trabajando.

Estrené las tijeras "mágicas" rescatando a Alón, un nene de segundo grado que se enredó en la trampa de un arbusto de frambuesas.  A partir de ahí, los tijeretazos precisos del regalo de mi hermano podaron ramas y raíces, transformaron remeras de invierno en musculosas de verano, forraron cuadernos, diseñaron maquetas, cortaron cables, pulieron astillas, emprolijaron flequillos, agujerearon macetas, abrieron latas imposibles, amenazaron a un borracho que se puso denso, transformaron una tarde de lluvia en una fiesta de "origami", reciclaron cajas de cartón... ¡¿entendés?  Comprobé que una buena tijera es lo mas útil que hay ¡imaginate en un guión de cine!   Puedo hacer que destruya evidencias, que recorte fotos comprometedoras, puede borre la barba de un sospechoso o defienda a la protagonista de un  asesino...

Violeta levantó la vista de mis uñas ahora emprolijadas y -sin mucha paciencia- me preguntó de qué color iba a pintarlas.
Con las primeras pinceladas del "rosadito claro" que elegí, aseguró, como al pasar:
-Nunca esperes que te compre un regalo.
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Queridos autores, al igual que los personajes de nuestros cuentos y guiones, si introducimos un objeto en nuestros relatos, éste TAMBIEN debe evolucionar.  ¿Quién aporta al blog una historia donde un objeto "evolucione" y modifique, haga reaccionar o cambie la actitud de un personaje?