11 ago 2013

Tip 17: La fuerza dramática de una despedida

Cuando estacioné, vi que Violeta estaba cerrando la manicuría.   Bajé del auto apurada y la intercepté.

-Ey... mi turno es en quince minutos ¿ya te vas?

Se tomó la frente indicando que se había olvidado de cancelarme.

-Disculpame, tengo que ir al aeropuerto.   "Despedidas"... -tituló con expresión desolada y bajó la vista mordiéndose el labio inferior.  No tuvo que agregar nada más.

-Andá, andá... no te preocupes.  Después te llamo y combinamos otro momento.

Se dio vuelta rápido, con alivio y agradecimiento.  Y mientras se alejaba, noté que se secaba con el dorso de la mano un lagrimón.

Me quedé parada en la vereda, pensando en mi querida vecina que había llegado hace cuarenta años al país y en mi misma, que arribé hace sólo cuatro.  Los que emigramos, conocemos esa sensación de espinita que se clava en el corazón cuando nos despedimos de un ser querido.  Nos acostumbrarnos a transitar por la vida sabiendo que "no están a la vuelta de la esquina" ni
"al alcance de la mano", pero que están en alguna parte, por suerte.

Los aeropuertos son una increíble fuente de inspiración para mi, como escritora.  Pero trato de esquivar el área "Departures" y me deleita encontrar un rincón estratégico en la sección "Arribos".  

Observar los reencuentros, la contraparte feliz de la distancia, es un hábito que aprendí a ejercitar para paliar la ansiedad mientras espero a mi gente de Buenos Aires, cuando viene de visita.

Embelesada, miro los abrazos prolongados, las caricias, escucho los gritos de pura felicidad, las palabras de bienvenida.   Veo las lágrimas de emoción, los dedos que palpan, el beso húmedo y prolongado.  Percibo el alivio, la gracia de volver a sentir la presencia física de un ser amado...

Adoro los reencuentros, imaginar la historia detrás de dos seres que ríen, se miran incrédulos y se funden en un abrazo que no necesita palabras en el hall de arribos.

De pronto,  pienso en el deseo que genera la falta, en las renovadas ganas, en el diálogo que fluye con nuevos bríos, en la necesidad  y el apremio que generan las ausencias.

Percibo intensidades desconocidas para aquellos que no saben de añoranzas...  no está tan mal. Siento ganas de saber: ¿por qué estuvieron lejos?  ¿cuánto tiempo? ¿a cuántos kilómetros? ¿volverán a separarse o nunca más en la vida?   ¡Qué manantial  de inspiración para un escritor! Cada reencuentro que presencio, podría ser el final o el comienzo de un cuento...

Y ustedes, autores... ¿no creen que "despedidas" o "ausencia temporaria" es un tema-motor, disparador de una historia?  ¿Quién hace "click" en comentarios y aporta al blog una narración al respecto?