-¿Para qué
imaginar tanto, no tenés
bastante con la realidad? Con lo que escucho acá en la
manicuría, te puedo dar material para
varias telenovelas… ¿para qué andar
inventando si la vida misma te ofrece las historias?
-Para
hacerlas aún mas
apasionantes, mentís un
poquito, las adornás con la imaginación
¿qué tiene de malo? No te remitís a
contar exactamente lo que viste o escuchaste,
sino que agregás o quitás
a piaccere, para eso sos escritor
-le explico, sin lograr que levante la vista de las uñas que me está
pintando-.
Un reloj, para todo el mundo es en general redondo o cuadrado.
Pero los relojes de Salvador Dalí, por ejemplo, adoptan formas de amebas rebeldes, dejan de
ser estáticos y cobran el
movimiento que tiene una prenda que cuelga de una silla o una rama.
Un verdadero creador no solo observa, escucha y reproduce una copia
exacta de lo que oye
o ve. El autor de una obra de arte atraviesa la realidad y va mas allá de ella
sin miedo a la burla o al
ridículo y la adorna con toques propios de imaginación y creatividad.
-¿Quiere decir
que si una clienta me cuenta que tiene una madre algo invasiva, por ejemplo…? –empezó
a decir Violeta mostrando interés en el asunto-.
-En mi historia
será aterradoramente dominante y
posesiva tal vez –completo con picardía.
-Agrandás las cosas, vos –me acusa con desconfianza-.
-Agrando o achico
según me convenga. Atenúo rasgos,
intensifico conflictos, modifico y combino caracteres
de los personajes… como un alquimista.
Y ustedes autores… ¿se sienten imaginativos o no? ¿Pueden desprenderse
“de lo que fue así
tal cual” y sazonar una
situación con ingredientes
de cuento?