23 ago 2013

Tip 19: Un buen final

En la manicuría, la conversación giraba en torno a los preparativos por la llegada de las Altas Fiestas en Israel.  Pero Violeta no participaba de la discusión:  pintaba mis uñas demasiado concentrada y sin alternar con las otras clientas, que intercambiaban recetas del delicioso "guefilte fish" que suele servirse en la tradicional mesa del año nuevo judío.

-La fórmula secreta de Violeta es imbatible- la estimulé para que revele y participe.

-No le hagan caso- esquivó.  Hago un pescado relleno como cualquiera, sin mayor mérito...
Y se sumergió en su rol de manicura con sospechosa obsesión, sin levantar la vista de mis dedos y acicalándolos como si fuera lo último que iría a hacer en este mundo.

Dejé de escuchar las voces a mi alrededor... ¿qué pasaba con mi querida vecina que -año tras año para esta fecha- derrochaba esperanza, alegría y el espíritu de los nuevos comienzos?

Parece que sintió mi mirada inquisidora sobre su frente gacha, porque de pronto, levantó sus párpados cansados y confesó con resignación, en un directo, íntimo y grosero lunfardo porteño:

-El año termina para el carajo, flaca.  Mi hija se divorcia, mis nietitos lloran sin entender que pasa y mi negro, el Marcos... nunca tuvo tantos problemas de salud.  La "receta" para la noche de Rosh Hashaná será estar con él en un hospital y consolar a mi hija, porque los chicos festejarán con la familia del padre... 

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En la vida real hay imponderables:  a veces, somos atravesados por situaciones que no elegimos y que terminan como nunca hubiéramos deseado.

Pero en los cuentos y películas que creamos, en las obras de teatro y novelas que surgen de nuestra imaginación... somos los dueños y señores de la "última palabra".  En nuestra cabecita creativo-literaria está la clave y la voluntad del destino de cada uno de los personajes. ¡Qué omnipotencia y felicidad!  En mi historia puedo ganarle a un cáncer,  salvar a un niño de un incendio devastador, hacer chocar los planetas justo en una era de paz o decidir que una peste desconocida diezme la población de la Tierra.

Cuando nos enfrentamos a la angustia de no encontrar "un buen final" para el cuento o la historia que estamos escribiendo, pongámonos en la piel de cada personaje y juguemos con todas las opciones posibles...  ¿La mujer se va y el hombre se queda?  ¿O seguirán juntos?  ¿O es el hombre el que se va y la mujer se queda? ¿O uno de ellos -de golpe- muere de un síncope? ¿O algo externo define el futuro de ambos?  Cuando escribimos somos todopoderosos y vale la pena aprovecharlo,  intentando SORPRENDER al lector-expectador y buscando no escribir finales OBVIOS o PREVISIBLES.

Cuando por primera vez vi en el cine la película Thelma y Louise, nunca imaginé que el autor del guión resolvería la situación frente al Cañón del Colorado, tal como lo hizo.  Es un buen ejercicio pensar otros finales posibles que presenta la historia, desde el momento en que las entrañables protagonistas se ven acorraladas por aire y tierra por la policía de la costa oeste.

Y vos, autor... ¿te animás a hacer "click" en comentarios y regalar al blog una narración propia o no, cuyo final te conmueva?

14 ago 2013

Tip 18: Sensibilidad

A la mañana temprano me encontré con Violeta en el almacén, antes que empiece la jornada laboral.

-Ayer me acosté tardísimo- le comenté- ¿no fuiste a ver la lluvia de meteoros?

Me miró por encima de los lentes.

-Si hay algo que NO me interesa en esta vida, es ver una lluvia de meteoros -afirmó con su habitual tono práctico que a mi me parecía patético.   Y  agregó, sin ahorrar su cuota de ironía siempre al límite con lo hiriente:  -Hay gente que puede elegir acostarse tarde y levantarse a cualquier hora, mirar estrellas de noche y el mar de Tel Aviv durante el día. Yo prefiero ver la manicuría llena de clientas y de paso... "llegar a fin de mes".

Percibí que Itzhik el almacenero -otro especimen feliz de amanecer y anochecer mirando la misma estantería con latas de su mini-market-  ahogó una sonrisa de aprobación y desvió pronto la mirada hacia la caja registradora.

Evalué repuestas posibles, desde el ofuscamiento a la condescendencia y al final, opté por bromear con esa mujeraza hosca por fuera y rocío de miel adentro, tratando de correrla un poco de su realismo absoluto.

-Violeta... te gustaría ver una estrella fugaz con cola de fuego como un cometa -provoqué-. Yo vi una ayer en medio de un firmamento negro de lunares brillantes y alcancé a pedirle todo lo que una mujer al filo de los cincuenta puede desear...  ¿qué tiene de malo dejarse embriagar por un espectáculo natural?   Ser feliz con una puesta de sol, el aleteo de una mariposa, con olas rompiendo contra las rocas o el borracho perfume de un jazmín en flor?

Itzhik y Violeta intercambiaron miraditas y sonrisas burlonas.

Pagué rápido y antes de salir,  me despedí prometiendo algo para mí maravilloso, pero que a Violeta le sonó como una amenaza:

-Cuando anuncien la próxima lluvia de meteoros no habrá excusa: te voy a llevar con nosotros.

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La tersura sutil de un pétalo nuevo o el filo erguido de una espina...
El tizne tenebroso de un bosque al caer la tarde o la claridad de ángel de la mañana temprana, no pasan desapercibidos para la capacidad de asombro infantil que tiene un autor.

El escritor, es un ser mas sensible y permeable a ser modificado por cuestiones que para otros, pasan desapercibidas.

Copio a continuación el ejemplo de unas gotas de agua insignificantes, que acapararon la atención del escritor  Julio Cortazar, quien les dedicó estas palabras:

"...Llueve todo el tiempo. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós".

Y vos, autor...  te animas a hacer "click" en comentarios y regalar al blog una descripción "cortazariana" de algún  evento natural que te conmovió?

11 ago 2013

Tip 17: La fuerza dramática de una despedida

Cuando estacioné, vi que Violeta estaba cerrando la manicuría.   Bajé del auto apurada y la intercepté.

-Ey... mi turno es en quince minutos ¿ya te vas?

Se tomó la frente indicando que se había olvidado de cancelarme.

-Disculpame, tengo que ir al aeropuerto.   "Despedidas"... -tituló con expresión desolada y bajó la vista mordiéndose el labio inferior.  No tuvo que agregar nada más.

-Andá, andá... no te preocupes.  Después te llamo y combinamos otro momento.

Se dio vuelta rápido, con alivio y agradecimiento.  Y mientras se alejaba, noté que se secaba con el dorso de la mano un lagrimón.

Me quedé parada en la vereda, pensando en mi querida vecina que había llegado hace cuarenta años al país y en mi misma, que arribé hace sólo cuatro.  Los que emigramos, conocemos esa sensación de espinita que se clava en el corazón cuando nos despedimos de un ser querido.  Nos acostumbrarnos a transitar por la vida sabiendo que "no están a la vuelta de la esquina" ni
"al alcance de la mano", pero que están en alguna parte, por suerte.

Los aeropuertos son una increíble fuente de inspiración para mi, como escritora.  Pero trato de esquivar el área "Departures" y me deleita encontrar un rincón estratégico en la sección "Arribos".  

Observar los reencuentros, la contraparte feliz de la distancia, es un hábito que aprendí a ejercitar para paliar la ansiedad mientras espero a mi gente de Buenos Aires, cuando viene de visita.

Embelesada, miro los abrazos prolongados, las caricias, escucho los gritos de pura felicidad, las palabras de bienvenida.   Veo las lágrimas de emoción, los dedos que palpan, el beso húmedo y prolongado.  Percibo el alivio, la gracia de volver a sentir la presencia física de un ser amado...

Adoro los reencuentros, imaginar la historia detrás de dos seres que ríen, se miran incrédulos y se funden en un abrazo que no necesita palabras en el hall de arribos.

De pronto,  pienso en el deseo que genera la falta, en las renovadas ganas, en el diálogo que fluye con nuevos bríos, en la necesidad  y el apremio que generan las ausencias.

Percibo intensidades desconocidas para aquellos que no saben de añoranzas...  no está tan mal. Siento ganas de saber: ¿por qué estuvieron lejos?  ¿cuánto tiempo? ¿a cuántos kilómetros? ¿volverán a separarse o nunca más en la vida?   ¡Qué manantial  de inspiración para un escritor! Cada reencuentro que presencio, podría ser el final o el comienzo de un cuento...

Y ustedes, autores... ¿no creen que "despedidas" o "ausencia temporaria" es un tema-motor, disparador de una historia?  ¿Quién hace "click" en comentarios y aporta al blog una narración al respecto?