1 dic 2013

Tip 28: Una escritura auténtica

-Violeta...  ¿qué fue lo peor que te pasó en la vida? -pregunté aprovechando que ese día la manicuría estaba desierta y podríamos conversar a solas.

Mi manicura reflexionó unos instantes antes de responder, haciendo de cuenta que evaluaba con qué color de esmalte me iba a pintar y al final, levantó la vista de mis uñas y habló con su tono de consejera que ya está de vuelta de todo en la vida:

-Yo tengo una estrategia... ¿sabés?  Las situaciones desagradables por las que pasé -que no son pocas- trato de olvidarlas. No ando revolviéndolas y masticándolas una y otra vez como te piden los psicólogos...  Yo las entierro en un cajoncito bien lejano de mi propia historia, lo cierro con candado y trato de no abrirlo mas.  Y me aferro sólo a los momentos felices que viví -que tampoco son pocos-.   A esos los recreo en mi memoria una y otra vez  y así vivo tranquila, casi siempre feliz.
No quiero pensar  "en lo peor que me pasó en la vida" ¿entendés?

Su argumento era casi irrefutable, desde la lógica y el punto de vista de una persona que NO ESCRIBE.

El novelista y guionista turco Orhan Pamuk -premio Nobel de Literatura 2006- nos regala esta increíble reflexión al respecto:

"Ser escritor, significa detenerse en las heridas ocultas que llevamos en nuestro interior, de cuya existencia -como mucho- tenemos una ligera idea, descubrirlas y conocerlas pacientemente, sacarlas bien a la luz y convertir esas heridas y sufrimientos en una parte de nuestra escritura y nuestra personalidad que abrazamos concientemente.   

Escribir, es hablar de cosas que todo el mundo sabe, pero que no sabe que sabe.  Explorar este conocimiento, desarrollarlo y compartirlo, le proporciona al lector el placer de viajar maravillado por un mundo que conoce bien.  

Además ese autor, que trata de desarrollar sus aptitudes y crear un mundo encerrado en una habitación durante años, está demostrando -lo sepa o no- una profunda confianza en el ser humano, cuando parte de sus propias heridas ocultas.  Yo siempre he tenido esa confianza que te hace sentir que todos los seres humanos se parecen, que los demás tienen heridas parecidas y que por eso te comprenderán.  Toda la verdadera literatura se basa en esa confianza infantil y optimista de que la gente se parece".

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Me incorporé a desgano del cómodo entorno que Violeta recreó con buen gusto y delicados toques de femineidad:  pétalos de rosa diseminados entre los esmaltes, sahumerio, música de fondo.  Y antes de atravesar el umbral del local rumbo a mi casa vecina, repliqué:

-Yo no esquivo nada de lo malo que me pasó, al contrario, lo aprovecho.  No puedo cambiarlo, me dolió como espinas en su momento. Y ahora que el tiempo pasó, vuelvo a ese hecho, me asiento en él, lo revivo, lo recorto, lo adorno y al final... lo transformo en un cuento.