Mientras pinta con esmero las uñas a sus clientas, Violeta las escucha con atención.
Algunas, sueltan un monólogo apenas humedecen sus
manos en el recipiente con agua tibia.
A
otras, que recalan en el salón de
belleza por primera vez y se muestran
reticentes al afán de la conversación, Violeta las induce con delicadeza, preguntándoles si
prefieren algún color de esmalte especial
y eso, en general, funciona como el gatillo que dispara confesiones.
“Solo por la
manera en que habla una clienta nueva –me confesó Violeta un día- me entero enseguida su estado civil, su situación
económica y por sobre todo, antes de
terminar de pintarle las uñas de UNA mano... ya percibí el estado de felicidad o tristeza de su alma –finalizó con estudiado tono de
arrabal y un dejo de soberbia- Soy
medio bruja, yo”.
-No. Sos
una escritora en potencia –afirmé con seguridad.
-¡Dejate de
pavadas! -se ofende- ¿Qué
escritora? Yo tengo calle, vida, experiencia…
¿qué me comparás con ustedes que están todo el día atrás de un escritorio,
mirando la pantalla de un ordenador con la mirada perdida? Si alguien
llega con las uñas mordidas, con cutículas desgarradas, con callos en las palmas de las manos –ejemplificó
con énfasis- o si una pituca
viene
a que le cambie el color cada tres días, o una adolescente quiere que le delinee un corazón en la esquina de cada uña… a mi me mostrás las manos de una mujer y me dejás con ella los 30
minutos que dura la manicura y yo le
analicé la vida mejor que un psicólogo.
¡Qué comentario
tan interesante para un esritor! -pensé-.
Sin saberlo,
Violeta despliega en forma inconsciente el mismo mecanismo de
escucha atenta y observación del escritor. Detenerse en
el detalle de unas manos con o sin anillos, prolijas o desprolijas, de nudillos dominantes o dedos como
sombras , de esas sutilezas se alimenta el escritor en sus descripciones. Vamos
en busca de detalles ESPECÍFICOS que ayuden al lector a visualizar, palpar e
incluso oler lo que describimos. Y los condimentamos con pizcas de imaginación, pero ese tema... lo hablaremos en otra entrada del blog.
Se animan, autores,
a DESCRIBIR UNAS MANOS, tal como lo haría Violeta, nuestra experta en
estos asuntos?