"Mujer escapa de la noticia": así es el título de
un libro del escritor israelí David Grosman, que cuenta acerca de la madre de
un soldado en tiempos de guerra. La pobre mujer tiene tanto miedo que
vengan "a darle la noticia" de que algo pasó a su hijo, que sale de
la casa y camina, camina, camina sin rumbo por la ciudad.
En eso pensaba yo, mientras me dirigía con mi hijo Eitán hacia el acto
barrial en conmemoración a los soldados caídos en las guerras de Israel, ambos
vistiendo jeans y remeras blancas en las que pegamos una etiqueta adhesiva al
lado del corazón, con la palabra hebrea "Izcor" (recordarás).
De pronto, una pregunta de Eitán, interrumpió el curso de mis cavilaciones oscuras.
-Mamá, para vos... ¿cuál de los dos días es más triste, el Día del
Holocausto o hoy, el de los soldados caídos?
Lo miré de soslayo. Qué inoportuna e impertinente es -a
veces- la curiosidad de los niños.
-Hoy es mas triste, creo... -intenté salir del paso, mientras mi
mente buscaba a toda velocidad una construcción lógica comprensible que
justificase tal elección.
Eitán me miró sorprendido. No compartía y no me daría
tregua.
-¿Hoy? ¿Por qué? Si en el Holocausto murieron muchos
más...
Dudé. No tenía que ver con cantidades -pensé-. Quería decirle
la verdad, brindarle una respuesta digna a la magnitud de su interés.
Este día me parece mas triste porque el miedo me cierra la
garganta... ¿debería poder confesarle esto a un chico?-. Porque tu
hermano es soldado y tú también -en unos años tendrás- que serlo ¿qué otra opción queda?. Porque aquél monstruo que mataba en el Holocausto, ahora es cosa
del pasado. Pero las sombras de guerra que eclipsan a este soleado país,
son como fantasmas insaciables, actuales e inminentes. Porque cada madre
o abuela en Israel, porque cada hermana, esposa y maestra aquí, es una
"mujer que escapa de la noticia" ¿debería responderle así?
Miré el reloj. Casi las ocho.
-Apurémonos Eitan, falta un minuto para la sirena.
-Pero no me contestaste -protestó-.
-Los nazis ya no pueden seguir matando... pero los soldados pueden
seguir muriendo.
El ulular ensordecer de la sirena invadió los barrios y los
corazones de Israel. Sentí un gusto a ceniza en la boca y un leve
malestar. Eitán me dio la mano y yo se la apreté con fuerza.
Unas filas mas adelante, de pie entre el público presente, divisé a Violeta.
.......................................................................................................................
Queridos autores: cuando dos personajes conversan, discuten,
o se encuentran en una situación determinada, vale la pena que el autor se
detenga y "desmenuce" lo que está sintiendo exactamente su personaje
¿Qué se le cruza por la cabeza antes de responder? ¿Qué sentimientos
encontrados lo abruman? ¿Qué quisiera decir en realidad pero nunca se
atreverá? ¿Qué conversación mantiene consigo mismo mentalmente ANTES de soltar
su réplica? Este monólogo interno o conversación íntima del personaje
consigo mismo, enriquece muchísimo nuestros trabajos literarios y permite que
el lector se introduzca mas en la historia y se identifique mas con los
personajes.
Observen este monólogo interno del personaje de María, en el libro "Los Enamoramientos" (de Javier Marías). Noten cómo explica detalladamente -en primera persona- lo que pasa por su cabeza, cuando se siente amenazada por su compañero::
-¿Qué quería ese hombre? Ha venido sin avisar ¿no?
Me arrepentí de preguntar tanto nada más haberlo hecho.
-¿Por qué quieres saberlo, María? ¿Qué te importa?
Lo dijo con hosquedad, casi airado. Estaba segura que, de pronto,
ya no se fiaba de mí, me veía como un incordio, tal vez una amenaza, un posible
testigo incómodo. Había subido la guardia, era extraño, hacía poco rato
yo era una persona placentera e inofensiva para él, todo menos un motivo de
preocupación, al contrario, una distracción muy agradable mientras él aguardaba
a que el tiempo pasara y curara y se cumplieran sus expectativas. Sentí
que ahora se le había presentado un recelo, una duda, seguramente quería
preguntarme si había oído su conversación... pero no podía hacerlo.
Entonces me vino de nuevo como un poco el miedo. Él me lo
generó, él a solas, sin nadie delante capaz de frenarlo. Me apresuré a
responder:
-No, por nada, perdona.
................................................................................................................................................
¿Quién aporta al blog el relato de una situación en donde uno de
los personajes, antes de responder a determinado requerimiento de otro,
desarrolle un monólogo interno que refleje al lector exactamente su estado de
ánimo?