31 jul 2013

Tip 16: Aprovechar tiempos muertos y esperas

-A  la mañana fui al dentista y tuve que esperar una hora y media- contó Violeta mientras pintaba prolijamente de rojo mis uñas de los pies, una tarde agobiante de verano que invitaba únicamente a andar en ojotas o sandalias.  

Ese espacio refrigerado de relax  y "mimo personal" en el local de mi amiga-manicura facilitaba la conversación.  Los temas triviales se sucedían con parsimonia y sin apuro, hasta que de pronto, algún comentario se imponía y cobraba repentina importancia universal, generando un intercambio vehemente entre nosotras, parecido a una discusión filosófica. 

Fue el caso del tema "espera en el consultorio del dentista".

-Qué pérdida de tiempo- siguió quejándose Violeta-  ¿para qué cita a tantos pacientes juntos?  ¿Yo te hice esperar alguna vez más de quince minutos?  ¡Es una falta de respeto!  ¿Qué podés hacer durante una hora y media, junto a otros ocho con muelas doloridas que resoplan de fastidio?

-Mirar sus rostros -contesté-.   Leerlos como si fueran un libro abierto. Adivinar sus angustias y apremios, descifrar a través de las arrugas en las comisuras de sus labios, si han pasado una noche de felicidad o de espanto.  Observar sus párpados cansados y "traducir" ese cansancio, descubrir si es resignación o esconde la satisfacción que se siente después de haber logrado una meta difícil -expliqué-.  No es tanto tiempo esperar una hora y media...  el tiempo es relativo.

Violeta me miró sin paciencia.  Sonreí.  Yo podía haber asentido y eso hubiera acompañado su desahogo: uno se da cuenta cuando el interlocutor "tira la bronca" sólo para descargarse y desea escuchar simplemente un "tenés razón, qué bajón esperar tanto tiempo..."  Sin embargo solté esa pequeña provocación, esperando su reacción con cierto deleite.

-¡¿Qué relativo?! -saltó como aceite hirviendo-.  Tenía que hacer las compras para la cena de Shabat y no pude, mañana vienen mis cuatro nietos! ¿Cuándo voy a hacerlo?  Tengo agendadas clientas toda la tarde por el tema del  "Día de los Enamorados"... incluída VOS misma -recalcó-  ¿de qué relatividad me hablás? -siguió despotricando- Ustedes los escritores... acostumbrados a quedarse pensando y a vivir en las nubes, nunca tienen apuro y pueden quedarse "observando rostros"  -remedó- pero la gente común y corriente y práctica como yo ... 

La frase quedó flotando en el aire.  Violeta dió por terminada su tarea y puso punto final a la discusión indicándome con un ademán que estaba apurada y que le deje el lugar a la próxima clienta.
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Y ustedes, autores?  Se animan a hacer "click" en comentarios y aportar al blog la descripción de un rostro, situación o panorama que hayan observado con detenimiento aprovechando una espera?  Como haría un buen escritor,  que se precie de serlo...

26 jul 2013

Tip 15: Matices de los Personajes

-Apurate y decidí el color de una vez! -el tono de Violeta sonó inusualmente ofuscado, pero no me molestó.  Me preocupó.

La miré interrogante e hice ademán de irme.  Era la tercera vez que me había levantado la voz.

-Dejá, vuelvo en otro momento- anuncié.   Yo vengo a la manicuría mas que nada para tener un espacio de relax,  si estás tan nerviosa...

Levantó rápido sus ojos verdes y noté que estaban húmedos.

-Disculpame... quedate, por favor -casi rogó-  Estoy sobrepasada.

Volví a sentarme, despacio.  Elegí un esmalte de color gris, opaco, porque se me contagió su ánimo lejano al  púrpura o a los rosados infantiles.  Y esperé la confesión.

En general, Violeta escuchaba a sus clientas mientras les hacía las manos, levantando la vista de su trabajo una o dos veces en el lapso de 30 minutos que duraba la sesión e intercalando comentarios adecuados, atinados, desde su propia experiencia de vida.

Pero esta vez, ella contó:  sus palabras fluyeron como una catarsis.

-Mi mamá está grande... vendimos su casa y va a entrar a un Hogar de Ancianos, pero solo habrá lugar allí dentro de unos meses.  En tanto, vino a vivir con nosotros y...

Su pulsó tembló.  El esmalte gris manchó parte de la yema de mi anular.  Violeta tomó enseguida el frasquito de acetona y lo sacudió con fuerza. Mojó un algodón que se empapó demasiado y  chorreó. Ese pequeño inconveniente hizo que sus ojos se humedecieran de vuelta y detonó la estampida de palabras:

-No puedo más.  Me siento exigida, observada... es decir -aclaró en seguida- quiero muchísimo a mi madre, pero esta convivencia me está matando, no puedo lidiar con sus pequeñas mañas, ni con sus quisquillocidades, ni con sus rituales que para mi no tienen sentido, ni escuchar la lista de los remedios que toma, ni sus chancletas chillonas, ni ir limpiando las miguitas que deja por todos lados porque NO VE, ni repetir en voz alta cinco veces las frases porque NO ESCUCHA... (pausa, busca la expresión casi con desesperación)   Está destrozando mi nido de paz con Marcos... (me mira fijo de pronto)... ¡me odio por sentir que deseo que se vaya ¿entendés?! ¡Amanezco pensando si murió algún viejo para que le dejen lugar en el Hogar y salga de mi casa!...  ¿Soy una mala persona yo, te parece?

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De las ambiguedades y matices grises de los seres humanos, se alimenta el escritor.

La tarea difícil, el desafío, es intentar describir los instantes de duda de un personaje, su toque de incorrección, las flaquezas, el momento en que pone en juego sus certezas, se confunde, quiere tirar su vida por la borda y tal vez empezar de nuevo.   

Si el escritor se mete de nariz, profundiza dentro de esas sutilezas que lo enfrentan a veces
-con duda y culpas como Violeta- a sus pilares morales, de allí surgirá el CONFLICTO, motor de la historia.

A ver, autores... ¿quién ilustra con algún ejemplo haciendo "click" en comentarios?

17 jul 2013

Tip 14: Desde el dolor o la destrucción

Como había unas cuatro clientas esperando en la manicuría, entonces ni me detuve:

-Vengo mañana, Violeta! -grité a través de su vitrina, al mejor estilo "vecina de barrio" y me encaminé directo hacia el umbral de mi planta baja .  En general, ella levantaba la vista de las uñas que estaba pintando y asentía levemente con una sonrisa tenue.  Pero esta vez, me sorprendió con un  tono cortante y firme:  "Mañana cerrado" -informó.  Retrocedí unos pasos y entreabrí la puerta de su local metiendo solo mi cabeza adentro, que enseguida percibió el olor tan típico de la acetona:  -¿Qué pasó, por qué no abrís?
-9 de Av- anunció- y sentí que los cuatro pares de ojos de las clientas me miraron como si fuera una ignorante.
En Israel y en el mundo, para el Pueblo Judío, el día 9 del mes de Av (según el calendario hebreo) es una fecha terrible y trágica.  Por una suerte de coincidencia macabra, en esa fecha fue destruído el gran Templo de Jerusalen  tanto la primera como la segunda vez.   Ese día nefasto que cae en general a mediados del mes de Julio del calendario gregoriano, es una especie de "tabú" en Israel.  
Y las clientas  de Violeta, no perdieron ocasión de soltarme en cotorreo simultáneo, sus consejos inevitables: 
-Un 9 de Av no te cases ni te embarques...
-¡Ni  se te ocurra mandar a los chicos a la pileta o al mar!
-¡No firmes contratos!
-No estrenes auto, no te mudes, ni te operes...
-Yo no embellezco a nadie un 9 de Av- puntualizó Violeta.

Caminé los escasos veinte metros que me separaban de mi casa cabizbaja, mirando mis uñas que lucían tan desprolijas con ese esmalte saltado que debería esperar.  Y me quedé pensando en destrucciones. 

En lo que se nos rompe, en lo que nos arrancan.  En muertes, accidentes y divorcios, en lo que se nos trunca.  Se me vinieron a la mente todas las faltas,  todas las garras y amenazas.  Imaginé lo que se incendia y lo que se profana.  Vi el Templo herido,  lo vi  reconstruído  y luego  -desde la cima de esa ilusión- lo vi caer otra vez, irremediable y cíclicamente. 

No podía dejar de pensar en destrucciones, en lo que nos frena, nos carcome y nos golpea.

Y cuando sentí que todo o casi todo está perdido, desde ese lugar, desde esa desazón y ese dolor, me senté a escribir.  Encadenando letras y palabras, pensando en aquello que dejamos por escrito... vi  papelitos atiborrados de deseos.  Vi los  pedidos con letras enrevesadas  en las rendijas del "Kotel", esa pared que protegía al Templo, devenida hoy en Muro Occidental o "de los Lamentos".
Pude ver que algo -en definitiva- siempre queda: vi  lo que permanece.  Y entonces,  por fin... dejé de pensar en destrucciones.

Autores  ¿se animan a hacer click en comentarios y compartir algo escrito desde el dolor?
Nos guste o no, el dolor es una de las fuentes de inspiración y casi el motor principal de toda creación artística, musical o literaria.  Me encantará leer vuestros aportes!


13 jul 2013

Tip 13: El desencadenante

No me gustó.  Y no sabía como decírselo.   
Mientras Violeta frotaba mis uñas con un algodoncito quitando con estudiada dedicación el esmalte de la semana anterior- yo me preparaba para afrontar la re-pregunta, que llegaría en cualquier momento.  Mi manicura no se conformaría con el comentario ligero que solté al entrar, cuando la vi: -Estás muy distinta... me tengo que acostumbrar.

Violeta llevaba su pelo entrecano recogido, dejando caer un rizo rebelde sobre la frente,  que apartaba con el dorso de la mano varias veces durante la sesión de manicuría.  Ese gesto sencillo era su toque de distinción.  Yo espiaba a través de ese tirabuzón de matices grises, observando sus párpados de arrugas coherentes que sólo se elevaban al finalizar la tarea.

En cambio hoy,  el pelo de Violeta lucía hombrunamente corto, al dictado de la moda, teñido de color rojizo-bordó.   Su frente se me antojó inmensa y despojada, desconocida.  Sus párpados expuestos me incomodaron.  Y cuando terminó de pintarme las uñas de la mano izquierda, no tuve escapatoria. 
-¿Te gusta o no?- inquirió  sin poder disimular que necesitaba mi aprobación.

Sentí el impulso de decir la verdad:  -Parecés un fósforo, Violeta...  

Pero enseguida, cubrí mi intención de ser franca con una máscara de sentido común y elegí una respuesta no tan cierta pero que la dejaría mas feliz:
-Es moderno...  siempre viene bien una renovación y un cambio. 

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A veces, los escritores construyen personajes fascinantes en las historias que están escribiendo, pero no logran desatar el conflicto. 

Una de las formas que sugiero es que el autor "quite la máscara" a uno de los personajes y le haga decir una verdad en forma directa y absoluta, con franqueza y sin tapujos.  En general, recibir "una verdad" sin anestesia, enfurece, enoja, desata malestar y como consecuencia el conflicto.

Tomemos como ejemplo un matrimonio hace tiempo desamorado donde el marido es adúltero y la esposa cierra los ojos ante esa situación.  Ambos afrontan su cotidianeidad fingiendo con delicadeza:  el marido llega cada tarde del trabajo con una flor y dice a su mujer:  "Hola querida, hoy tuve un buen día... ¿y tú?".  Ella agradece la flor y cuenta algunas trivialidades. Y así durante años.  Si el autor no le "quita la máscara" a alguno de estos personajes, el conflicto no se desatará nunca.  Pero si una tarde el marido llega y simplemente dice:  "Hola querida, hoy estuve toda la tarde con la mujer que en verdad amo", es ahí donde empieza la historia:  ¿cómo reaccionará la mujer? ¿cuál será el desenlace?

Autores... ¿Se animan a hacer "click" en comentarios, describir dos personajes dentro de una rutina determinada y de pronto "quitar la máscara" a uno de los dos (o a ambos)  para que se desate el conflicto que está latente?

3 jul 2013

Tip 12: Evolución de los Personajes

La clienta que estaba atendiendo Violeta se veía muy elegante y mientras yo esperaba mi turno en la manicuría, comencé el juego inevitable de adivinarla, de construir su vida según el dictado caprichoso de mi imaginación.

Se me antojó una mujer mundana de cuarenta y tantos, con una vida armada casi perfecta pero en el límite de lo sofocante.  

Mientras Violeta le limaba las uñas, la mujer eligió un esmalte plateado y pidió que -sobre esa base color metal-  la manicura delinee una pequeña rosa naranja en el extremo superior izquierdo de cada uña.

Tal extravagancia, le llevó a Violeta media hora mas de lo previsto.

Y cuando por fin me tocó sentarme en el banquito  frente a ella, me clavó su mirada de oliva madura, dibujó una media sonrisa llena de complicidad y señalando a la esbelta dama que se
alejaba con aires de nobleza, introdujo intrigante, como si fuera una Sheherezada del barrio:

-Cuando la conocí, ésta era una chiruza cualquiera.  Y mirala ahora...

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Si creamos un personaje que al nacer es "una chiruza" y con el correr de nuestro cuento-obra teatral-novela-película se convierte, por ejemplo, en una elegante mujer de negocios, decimos que ese personaje "evolucionó".

Si un  padre de familia respetable se deja dominar por el alcohol y lo va echando todo a perder, también decimos que "evoluciona".  Eso significa que CAMBIA: algo le sucede y no se mantiene estable a lo largo de nuestra historia, busca alternativas, duda, se equivoca, vuelve a empezar, prueba.   

Los personajes deben evolucionar en las ficciones.  Para bien o para mal, son atravesados por situaciones de conflicto que los perturban y tal vez al comienzo no reaccionen, pero con el devenir de los párrafos o las escenas DEBERÁN HACERLO.  Sino, el lector-espectador comenzará a aburrirse, no se sentirá atrapado por la historia, ni se identificará con un personaje que es estático a lo largo de la trama.

El personaje de Shoshaná en la película "Bastardos sin Gloria" de Tarantino, es una adolescente
hija de productores lácteos en la campiña francesa, que se transforma en una vengadora implacable de los nazis.  (Importante:  cuando un personaje "muta", debe estar muy bien justificado).


-Ey, ey! -Violeta me trajo a la realidad sacudiendo frente a mis narices un frasquito de esmalte índigo suave- ¿te interesa saber cómo la fulana se volvió una pituca de la noche a la mañana o no?  ¿En qué te quedaste pensando?

Y ustedes, autores, una de dos:
-¿Quién aporta el ejemplo de un personaje que "evoluciona" a lo largo de una trama?
-O mejor aún... ¿quién hace "click" en comentarios y regala al blog un cuento propio donde un personaje evolucione?