20 dic 2013

Tip 29: En la piel de otro

Semana de frío intenso en Israel.  Estacioné el auto justo frente a la manicuría de Violeta sin intención de entrar, sólo porque la vi tiritando en la puerta, muy abrigada y fumando un cigarrillo en el umbral. Me miró con ojos que invitan a conversar y me saludó efusivamente, algo poco habitual en su modo parco que esconde un corazón de oro.

Entonces -como tantas otras veces- entré a hacerme las manos más por el placer de regalarme esos treinta minutos de cafecito y charla "bien de mujeres" que surgía espontáneamente en el ámbito de la manicuría de Violeta. 

Creo que no hay espacio más femenino en el mundo aquél:  si un hombre pasa allí, escondido, una tarde entera, puede llegar a escuchar desde las preocupaciones mas triviales hasta los secretos más recónditos del alma de una mujer. 

-Sos la primera clienta del día y ya son las cinco de la tarde... -comentó Violeta.  Y luego explicó, con tono de resignación ante lo irremediable:  -Nadie va a la playa, nadie va en ojotas, nadie en sandalias o con falda... todas con pantalones y botas... ¿quién va a depilarse las piernas o hacerse las uñas de los pies?
La conversación pasó de la frecuencia depilatoria a recetas de chocolate caliente para los chicos en esos días de invierno.  Después hablamos de un color de tintura para el pelo muy difícil de conseguir, del curso de tejido que haremos algún día a pesar de esta época de bufandas de oferta y por supuesto, comentamos la nueva historia de amor y el último desengaño que aconteció esa semana en el barrio.

Los treinta minutos pasaron volando y el frío también, amansado por el vertiginoso avatar de la charla tan trivial... pero "fundamental".

Salí de allí con las manos y el corazón mas halagados.  Y -como siempre- no pude evitar relacionar lo sucedido con la literatura.  Me pregunté:

¿Cómo hace un escritor hombre para meterse en el alma de un personaje femenino y hacerlo hablar, sentir, doler, amar, rabiar... como lo hace una mujer?  Cómo escribir sobre ellas sin conocer el desgarro de la primera menstruación, la grieta del pezón al amamantar, o la vital importancia de haber conseguido el vestido adecuado para una fiesta? 
Y viceversa... ¿cómo puede infiltrarse una escritora mujer y desatar el nudo del alma masculina de su personaje? 

Angeles Msstretta e Isabel Allende eligieron escribir -en general- historias de mujeres y pincelaron nuestros mundos mas íntimos con maravillosa habilidad.  Pero el escritor brasileño Jorge Amado... ¡también!  ¿Cómo se adentró y desfloró con tanta certeza el espíritu y el sentir de sus emblemáticas "Doña Flor", "Gabriela clavo y canela" y la entrañable "Teresa Batista, cansada de guerra"?

A ver autores... qué opinan?  ¿Lo han intentado? ¿Cómo se logra? ¿Quién aporta al blog otros ejemplos de la literatura universal o propios?