27 jun 2013

Tip 11: ¿Por qué y pará qué escribo?

Violeta terminó de pintarme las uñas de la mano izquierda sin decir palabra.  

Su absoluto silencio era una sospechosa señal, que podía significar sólo dos cosas:  o sus preocupaciones la abrumaban tanto que ganaban la batalla a su locuacidad habitual, o quería preguntarme algo "políticamente incorrecto" y se debatía internamente buscando la mejor forma de hacerlo.

Recién cuando iba pintando el anular de mi mano derecha, me clavó sus ojos de águila de la vida y se atrevió:

-Si con tu profesión no ganás un peso... -introdujo antes de dar la estocada- ¿Entonces para qué escribís?

Al llegar, yo le había pedido que esta vez me pinte las uñas con un esmalte transparente y había explicado como al pasar, el desatino de un color tan aburrido:

-Voy a  una entrevista laboral en un vivero, a ver si me contratan de encargada.  Otra vez a lidiar con poda de rosas y plantar maceteros con petunias -confesé-.   Unas manos demasiado cuidadas llamarían la atención y necesito que me den el trabajo, de algo tengo que vivir.  Así
que hoy, nada de rojo pasión o coral de última moda: poneme un brillito incoloro cualquiera
como para estar prolija y a otra cosa.

Después de ese comentario mío, Violeta permaneció en silencio.  Y su pregunta ahora, era un disparo directo a mi esencia autoral, un cuestionamiento genuino que yo también solía formularme: ¿para qué escribo, para quién, por qué?

-Lo que dejamos asentado por escrito es lo que permanece, Violeta.  Tiene la contundencia de aquello que trasciende y no es efímero.

-Pará, pará -me frenó.  Así no entiendo una palabra...

-Te doy un ejemplo:  supongamos que un hombre romántico le dice cada mañana a su mujer "Hoy amanecí  y celebro que te amo".  Es conmovedor,  pero en veinte años, nadie se acordará de ello.  En cambio, yo conocí a un señor que dejaba cartelitos con frases de ese estilo a su amada, pegados en el espejo del baño, en la heladera, en el volante del auto, en la taza de café con leche...
Su mujer, atesoró esas brevísimas notas (que indicaban también la fecha y la ciudad en donde fueron escritas) y  las guardó en una caja de metal que hoy, es una reliquia para la familia y permite reconstruir la historia de amor entre los abuelos.  Sólo porque "está escrito".

Escribir, a  veces, es también un grito, una denuncia, un impulso.  Es volcar en el papel nuestros miedos, deseos y fantasías.  Es un acto creativo por excelencia:  de la nada, de la combinación musical  y perfecta de un montón de palabras sueltas, crear una frase que conmueva, que deje pensando, que plantee algo puntual  y tal vez esconda un canto universal. 

Cuando mi hijo pequeño me pregunta:  -"Mamá... ¿podemos volar?"  yo le contesto que hay dos lugares en los que SI podemos: en los SUEÑOS y en los CUENTOS.   Y enseguida le invento una historia donde un niño, efectivamente, puede volar o respirar bajo el agua, o recorrer las galaxias o...

-Ya  entendí, Andrea,  ya "entendimos".  Nos quedó clarísimo a TODAS-.  Violeta señaló impaciente a las tres clientas que esperaban que me levante del banquito y pague mi cuenta de una vez, para poder hacerse las manos.

Y vos autor... te animas a hacer "click" en comentarios y regalarnos tu respuesta:  
¿por qué, para qué, para quién escribís? 

22 jun 2013

Tip 10: Un buen conflicto

En el mismo momento que estacioné, empecé a escuchar los gritos:  voces ofuscadas que provenían de la manicuría de mi vecina Violeta, que quedaba a pocos metros de mi casa, en la ciudad de Ramat Gan.

No pude evitar ir a curiosear y me encontré con un cuadro donde una joven clienta  (pronto supe que se  llamaba Yael y estaba a punto de casarse) había elegido para el día de la boda, pintarse las uñas ni mas ni menos que de color amarillo y negro:  una amarilla y una negra, otra de nuevo amarilla y la siguiente negra... así quería que Violeta alternara los colores en sus manos, a la hora de lucir el vestido blanco.

Su madre y su inminente suegra, que la habían acompañado soñando con un tenue rosa perlado para la ocasión o con el color llamado "vía láctea" que da a las uñas la apariencia de perlas o estrellas, pusieron el grito en el cielo oponiéndose a capa y espada.   Y, como suele suceder en Israel, todas las damas presentes tenían una opinión para emitir y ninguna estaba dispuesta a callarse.

La empleada árabe que depilaba, indicó que un dorado suave sería mejor que el amarillo y no enfadaría a nadie.

Una señora mayor que esperaba que sus uñas pintadas de rojo se secaran,  miraba sus dedos largos y hermosos a pesar de la edad y alegaba que no había elegancia mayor que el púrpura en las manos de una mujer.

La mamá y la futura suegra de Yael,  sostenían con énfasis y a los gritos,  que el amarillo es el color de la envidia y que ese sentimiento -justamente- hay que tratar de alejarlo siempre y con mas razón- el día que se sube al altar.

Y la mismísima Violeta comentó en hebreo a la confundida novia que, si las pintaba con amarillo y negro, sus uñas lucirían como los taxis de la ciudad de Buenos Aires en Argentina, su país de origen.

Apenas asomé mi nariz al umbral del local de belleza y pregunté qué estaba pasando, todas -menos
la azorada Yael- hablaron al unísono tratando de imponer sus propias razones y al final, se hizo una suerte de brecha menos ruidosa y pidieron por fin mi opinión.   Entonces, como no sabía bien qué decir, vacilante, me dirigí a la novia:

-¿Y por qué elegiste esos colores?

El grupo esperó la respuesta, expectante.

-Son los del Betar Ierushalaim... su equipo de fútbol -dijo a punto de romper en llanto-.  
Quería darle una sorpresa.

Un silencio culpógeno e incómodo se instaló en el local, hasta que Violeta lo rompió abriendo ruidosamente el cajoncito donde guardaba sus mil y un esmaltes de Sherezada y eligió expeditiva
(sin que nadie diga ni "mu") un frasquito amarillo... y otro negro.

Tal como sucedió esa polémica tarde en la manicuría, en todo cuento, obra de teatro o película, 
los autores necesitamos un CONFLICTO. 

En mis Talleres surge reiteradas veces la inquietud:  ¿Cómo hacer para crear o inventar un buen conflicto?  

Una forma posible es la siguiente:  cuando uno de los personajes toma una determinación y alguien (padres, novia, maestro, cura, policía, etc) o  algo (una institución, la sociedad, la ley, una religión) intenta  impedir que lleve a cabo lo que se propuso.  Esa es una situación de conflicto básica. 

El CONFLICTO es el  alma mater de nuestra historia:  si nada sucede... ¿a quién le interesará saber qué pasó?  En próximas entradas iremos analizando situaciones de conflicto más complejas.

En tanto... ¿quién se anima a describir una situación de conflicto puntual y cotidiana, como la que atravesó Yael, donde un personaje decide hacer algo y otros tratan de impedírselo?

20 jun 2013

Tip 9: ¿Cómo se va a llamar?

-Violeta... ¿no podías ponerle otro nombre?

-¿A quién?

-A tu negocio.  ¿Te parece que "Ana Frank" es un nombre adecuado para un local de belleza?   ¿Qué relación hay entre el calvario que atravesó esa pequeña  y una clienta que piensa, frívolamente,
si el color de esmalte de las uñas de sus pies combina con las sandalias?

Me miró sin paciencia, por encima de los lentes, como hacía siempre que yo daba el puntapié para trocar una cuestión sencilla y de poca monta, en un asunto digno de ser analizado con minuciosidad. Sus expresivos ojos verdes me advirtieron que el tema terminaría pronto.  Y apartando con el dorso de su mano el simpático rizo entrecano de un pelo que se empeñó en no teñir,  respondió sin titubear:

-La chiquita fue valiente y admirable.  Y la calle donde estamos se llama Ana Frank.   Pensé que eso ayudaría a las clientas a acordarse donde está ubicada la manicuría.  Por último... me pareció un buen homenaje.  ¿Algún problema? -puntualizó  defensiva-.

-Si -contesté-.  Un buen nombre o título, debe elegirse con cuidado, no en forma ligera.

El nombre que elegimos para un personaje puede indicar mucho acerca de él y ayudar al lector 
a visualizarlo  mejor.  No es lo mismo ponerle a la heroína de nuestro relato "Li" o nombrarla "Ruth". O por ejemplo, si contamos una historia que transcurre en Buenos Aires y el protagonista se llama Vittorio, eso estará indicando algo sobre él, en relación a sus ancestros.

Asimismo,  es recomendable  dedicar un buen TIEMPO a la búsqueda del título de nuestros cuentos, novelas u obras teatrales.

Si bien hay títulos maravillosos que son MUY largos  como
"Acerca de lo que piensan las madres mientras esperan que sus hijos mineros salgan a la superficie" (Daniel Veronese)  o "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada" (García Marquez)  conviene que su extensión no exceda las cuatro palabras.

El título debe generar intriga, interés y ganas de abordar un texto.  Debe tener fuerza, música, contundencia y además...

-"Betty la fea", ese título me gustó a mí!  -exclamó Violeta de pronto, mientras me daba el vuelto y yo trataba de guardarlo en la cartera sin que se me corriera el esmalte fresco.- ¡Qué flor de telenovela, esa!  O "Cosecharás tu Siembra"... ¿qué fuerza tiene, no?

-No mas fuerza que "¿Por quién doblan las campanas?" , "Lo que el viento se llevó" o "Matar a 
un Ruiseñor" -alcancé a decir antes de poner un pie en la vereda.  Y me fui caminando en una nube nostálgica,  recordando títulos inolvidables de historias memorables.

A ver, autores... ¿quién hace "click" en comentarios y aporta al blog un título propio o de la literatura universal que lo conmueva?

18 jun 2013

Tip 8: Qué quiere el lector

-¿Y si escribo una historia de amor... la leerías?

Violeta levantó la vista de las uñas que me pintaba prolijamente de color marfil y al instante percibí que se involucraría con verdaderas ganas en la conversación.  El brillo en sus ojos y la sonrisa que floreció en su rostro surcado de vivencias atenuadas por el botox, indicaron que había dado en el blanco de su interés.

-Las historias de amor son las únicas que me interesan.  No me vengas con guerras, cuentos políticos,  asuntos con jueces, abogados o psicología complicada- dijo sin disimular que hacía clara referencia a mi persona.

Y siguió:  a mí dame una buena historia  de amor con mucha pasión, celos, desengaños y un galán que parezca un adonis... y yo leo lo que quieras.  O mejor dicho -se apuró a agregar ANTES que le saque un volumen de cien páginas y la obligue a ser  coherente con sus propias palabras- prefiero VER eso mismo en una telenovela, sentada con una limonada fresca  al fin del día en mi living de Ramat Gan,  cuando todo es silencio y mi "gordo" duerme el cansancio del día.

-Yo también escribo esas cosas - dije al pasar.

-¡¿Una telenovela?! -exclamó y percibí un suspiro de admiración en su tono.  Pero enseguida, como siempre, su desconfianza:  ¿Y dónde está, por qué no la pasan por televisión?

-Está en una instancia que se llama "proceso de producción",  una suerte de nebulosa en donde entra un proyecto y nunca sabes cómo y cuándo -con suerte- se llevará a cabo,  pero eso es otra historia...  ¡Algún día la verás!  Yo también creo en las historias de amor.

Mi querida amiga y manicura Violeta, no es muy original en sus preferencias.  Las historias de amor atrapan y seducen por igual en todas las latitudes, a gente de todos los credos y clases sociales, sin importar la época o el nivel cultural.  

Desde Lo que el Viento se Llevó hasta El Amor en los Tiempos del Cólera, desde Cumbres Borrascosas a Los Enamoramientos de Javier Marías, el desatino de la pasión y el revuelo del amor desesperado,  alimentaron por generaciones la imaginación de lectores y espectadores del mundo entero.

Y vos, autor...  estoy segura que tenés "una de amor" para contar!  Una poesía o una carta, un cuento corto o una canción, unos versos sueltos o párrafos propios de coraje enamorado...
¿quién hace "click" en comentarios y regala al público virtual "una de amor"?



16 jun 2013

Tip 7: Osadía o "Quiero escribir una fantasía erótica"

-¿Preferís un color crema suave?  O este bordó  claro, mirá  que modernoso...

Mientras  mi querida vecina y manicura me mostraba los colores de esmalte de la nueva colección,
la sorprendí con una pregunta que la turbó:

-Violeta... ¿vos tenés fantasías eróticas?

Me miró con fastidio.
-¿Siempre lo mismo, che?  ¿No puedo hablar con vos de temas "normales"?  Siempre la cosa rebuscada, la filosofía, los cuestionamientos... ¡y ahora venís con ésto!

-No me contestaste.

-Y vos tampoco:  ¿el color crema o el bordó?

Le pedí el color que me recordaba la deliciosa uva chinche y cuando se calmó un poco,
le conté que en uno de mis Talleres, una señora elegante confesó a todos con sinceridad y desparpajo:

"Quiero escribir una fantasía erótica... pero me da verguenza que la lean mis nietos" 

¿Qué hacer cuando sentimos necesidad o ganas de escribir alguna cuestión que se aleja de lo "políticamente correcto"?

Si en una novela o cuento es imperioso que describamos el placer que siente un asesino serial al descuartizar a su víctima o la mirada libidinosa de un pedófilo al  observar con lentitud estudiada fotos de niños desnudos...  siempre tendremos la sensación de que algún familiar pensará:  "todas esas cuestiones turbias salieron de la retorcida cabeza de mi pariente escritor"

-¡Y con razón! -acotó Violeta, dando la última pincelada a la uña de mi meñique izquierdo y mirando mis manos como a una obra de arte-  ¿a quién se le ocurriría andar ventilando esas cosas?

-Un escritor a veces debe ser osado, Violeta.  

Es una voz que grita lo que otros callan y un espejo que refleja los sentimientos oscuros que otros prefieren tapar.  

Ana Frank por ejemplo, en su Diario,  relató con crudeza y osadía los intrincados rencores de su núcleo familiar bajo el yugo del encierro forzado.  Y Gustave Flaubert en Madame Bovary enfrentó a todo el establishment de una época, encarnando sus propios pensamientos en la piel de una adúltera.

A ver, autores...  ¿quién aporta otros ejemplos de osadía en la literatura universal?

14 jun 2013

Tip 6: La imaginación como timón

-¿Para qué imaginar tanto,  no  tenés  bastante con la realidad?   Con lo que escucho acá en la manicuría,  te puedo dar material para varias telenovelas…  ¿para qué andar inventando si la vida misma te ofrece las historias?

-Para hacerlas  aún  mas  apasionantes,  mentís un poquito,  las adornás con la imaginación ¿qué tiene de malo?   No te remitís a contar exactamente lo que viste o escuchaste,  sino  que  agregás  o  quitás  
a  piaccere,  para eso sos  escritor  -le explico, sin lograr que levante la vista de las uñas que me está pintando-.

Un reloj,  para todo el mundo  es en general redondo o cuadrado.  Pero  los relojes de  Salvador Dalí, por ejemplo,  adoptan formas de amebas rebeldes, dejan de ser  estáticos y cobran el movimiento  que tiene  una prenda que cuelga de una silla o una rama.
  
Un verdadero  creador  no solo observa, escucha y reproduce una copia exacta de lo que oye 
o ve.   El autor de una obra de arte  atraviesa la realidad  y va mas  allá de ella  sin miedo a la burla o  al ridículo y  la  adorna  con toques  propios  de  imaginación y creatividad.

-¿Quiere decir que si una clienta me cuenta que tiene una madre algo invasiva, por ejemplo…? –empezó a decir Violeta  mostrando  interés en el asunto-.

-En mi historia será aterradoramente dominante  y posesiva  tal vez –completo con picardía.
-Agrandás  las cosas, vos –me acusa con desconfianza-.

-Agrando o achico según me convenga.  Atenúo  rasgos,  intensifico  conflictos,  modifico y combino  caracteres  de los personajes…  como  un  alquimista.


Y  ustedes  autores…  ¿se  sienten  imaginativos  o  no?   ¿Pueden  desprenderse  “de  lo  que  fue así  tal  cual”  y  sazonar  una  situación  con  ingredientes  de  cuento? 

1 jun 2013

Tip 5: Escuchar - observar - imaginar

Mientras pinta con esmero las uñas a sus clientas,  Violeta las escucha con atención.  
Algunas,  sueltan un monólogo apenas humedecen sus manos en  el recipiente con agua tibia. 
A otras,  que recalan en el salón de belleza por primera vez  y se muestran reticentes al afán de la  conversación,  Violeta  las induce con delicadeza,  preguntándoles  si  prefieren  algún color de esmalte  especial  y eso, en general,  funciona  como el gatillo que dispara  confesiones. 

“Solo por la manera en que habla una clienta nueva –me confesó Violeta un día-  me entero  enseguida  su estado civil, su  situación económica  y por sobre todo, antes de terminar de pintarle las uñas de UNA mano...  ya percibí  el estado de felicidad o tristeza  de su alma –finalizó con estudiado tono de arrabal y un dejo de soberbia-  Soy medio bruja, yo”.

-No.   Sos una escritora en potencia –afirmé con seguridad.

-¡Dejate de pavadas!  -se ofende- ¿Qué escritora?   Yo tengo calle, vida, experiencia… ¿qué me comparás con ustedes que están todo el día atrás de un escritorio, mirando la pantalla de un ordenador con la mirada perdida?    Si alguien  llega con las uñas mordidas, con cutículas desgarradas,  con callos en las palmas de las manos –ejemplificó con énfasis- o  si  una pituca  viene 
a que le cambie el color cada tres días, o una adolescente quiere que le delinee un corazón en la esquina de cada uña…  a  mi  me mostrás las manos de una mujer y me dejás con ella los 30 minutos que dura la manicura y yo le analicé la vida mejor que un psicólogo.

¡Qué comentario tan interesante para un esritor! -pensé-.
Sin saberlo, Violeta  despliega  en forma inconsciente el mismo mecanismo de escucha atenta y observación del  escritor.  Detenerse en  el detalle de unas manos con o sin anillos, prolijas o desprolijas, de nudillos dominantes  o  dedos  como sombras , de esas sutilezas se alimenta el escritor en sus descripciones.    Vamos en busca de  detalles ESPECÍFICOS  que ayuden al lector a visualizar, palpar e incluso oler lo que describimos.  Y los condimentamos con pizcas de imaginación, pero ese tema... lo hablaremos en otra entrada del blog.

Se animan, autores, a  DESCRIBIR  UNAS MANOS,  tal como lo haría Violeta, nuestra experta en estos asuntos?