14 ago 2013

Tip 18: Sensibilidad

A la mañana temprano me encontré con Violeta en el almacén, antes que empiece la jornada laboral.

-Ayer me acosté tardísimo- le comenté- ¿no fuiste a ver la lluvia de meteoros?

Me miró por encima de los lentes.

-Si hay algo que NO me interesa en esta vida, es ver una lluvia de meteoros -afirmó con su habitual tono práctico que a mi me parecía patético.   Y  agregó, sin ahorrar su cuota de ironía siempre al límite con lo hiriente:  -Hay gente que puede elegir acostarse tarde y levantarse a cualquier hora, mirar estrellas de noche y el mar de Tel Aviv durante el día. Yo prefiero ver la manicuría llena de clientas y de paso... "llegar a fin de mes".

Percibí que Itzhik el almacenero -otro especimen feliz de amanecer y anochecer mirando la misma estantería con latas de su mini-market-  ahogó una sonrisa de aprobación y desvió pronto la mirada hacia la caja registradora.

Evalué repuestas posibles, desde el ofuscamiento a la condescendencia y al final, opté por bromear con esa mujeraza hosca por fuera y rocío de miel adentro, tratando de correrla un poco de su realismo absoluto.

-Violeta... te gustaría ver una estrella fugaz con cola de fuego como un cometa -provoqué-. Yo vi una ayer en medio de un firmamento negro de lunares brillantes y alcancé a pedirle todo lo que una mujer al filo de los cincuenta puede desear...  ¿qué tiene de malo dejarse embriagar por un espectáculo natural?   Ser feliz con una puesta de sol, el aleteo de una mariposa, con olas rompiendo contra las rocas o el borracho perfume de un jazmín en flor?

Itzhik y Violeta intercambiaron miraditas y sonrisas burlonas.

Pagué rápido y antes de salir,  me despedí prometiendo algo para mí maravilloso, pero que a Violeta le sonó como una amenaza:

-Cuando anuncien la próxima lluvia de meteoros no habrá excusa: te voy a llevar con nosotros.

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La tersura sutil de un pétalo nuevo o el filo erguido de una espina...
El tizne tenebroso de un bosque al caer la tarde o la claridad de ángel de la mañana temprana, no pasan desapercibidos para la capacidad de asombro infantil que tiene un autor.

El escritor, es un ser mas sensible y permeable a ser modificado por cuestiones que para otros, pasan desapercibidas.

Copio a continuación el ejemplo de unas gotas de agua insignificantes, que acapararon la atención del escritor  Julio Cortazar, quien les dedicó estas palabras:

"...Llueve todo el tiempo. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós".

Y vos, autor...  te animas a hacer "click" en comentarios y regalar al blog una descripción "cortazariana" de algún  evento natural que te conmovió?