20 abr 2015

Tip 51: El poder de una réplica

La clienta entró apurada, nerviosa y fumando.  Su ingreso al local, fue como una intromisión que impuso un hálito eléctrico en la apacible manicuría con aires de sahumerio.
Violeta levantó la vista de mis uñas -que había pulido con esmero y ahora se disponía a pintar-  y se contrajo automáticamente poniéndose a la defensiva, al tiempo que escuchaba el reclamo, casi escupido como una protesta autoritaria y caprichosa:

-Te pedí que me pongas esa porquería que seca rápido la pintura y mirá... -señaló una mano temblorosa con uñas de esmalte corrido.  Acto seguido, ordenó sin displicencia:  -Arreglame rápido esta basofia... ¿a qué hora pensás que puedo llegar a la oficina?

Violeta se puso de pie y echó a un lado, con el gesto brusco de quién saca una espada, el mechón entrecano que le cubría parte del rostro, .  Un torrente de sangre subió hasta su rostro como una cascada inversa, con la misma fuerza e idéntica furia del agua que horada la roca.  Sentí el choque inminente entre ambas y me puse de pie también, como un árbitro, o mejor aún, como un anciano rabino que puede ver más allá de la queja pueril y que escucha otros gritos detrás, otras angustias, otros pedidos desahuciados, otras cuestiones que escaparon de control y se corrieron de lugar, mucho más que un simple  esmalte de uñas.  Miré a Violeta con ojos de auxilio y susurré a su oído, apelando al alma bondadosa que latía debajo de esa piel de leona a la que invadieron su gruta:

-Está quebrada, quién sabe qué crisis arrastra... yo tengo tiempo -señalé el banquito que desocupé y la clienta se sentó presurosa y puso las manos sobre la toalla, mas atenta a su celular que a nuestros intercambios de miradas y comentarios en relación a su persona.

Violeta bajó la guardia pero protestó :
-Media ciudad tiene problemas y eso no les da el derecho a tratar mal a nadie...

La clienta no se dio por aludida y miró a Violeta con impaciencia, como preguntándole ¿qué esperás?

Mi manicura respiró hondo y contra todo lo previsto, se cruzó de brazos y solicitó, imperativa pero amablemente, con la firmeza de las decisiones irrevocables:
-Si querés que empiece... apagá el cigarrillo.

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Queridos autores:  la réplica de uno de nuestros persoajes a veces tiene el poder de desviar la historia, de darle fuerza, magia o misterio, de conducirla hacia finales dramáticos o hacia paraísos llenos de esperanza.  Con una de las réplicas más famosas de la historia del cine, el personaje que representa Bogart en Casablanca sella el destino de tres almas enamoradas:
-Vamos Ilsa... vé con Víctor, él te necesita, eres parte de su obra... sube con él a ese avión.
-¿Y qué pasará con nuestro amor?
-"Siempre nos quedará París" -responde el personaje- y determina así el final de una historia que hasta último momento, NADIE, ni director, ni actores... sabía como iría a terminar.

¿Quién aporta al blog algún ejemplo (propio o de la literatura, teatro o cine universal) donde figure alguna réplica memorable de alguno de los personajes?