Y de pronto Pedro, un autor-amigo que con sus reflexiones escritas te deja pensando, trajo al Taller el texto que copio a continuación, destapando un ánfora de cuestionamientos y regalándonos una óptica adicional para tener en cuenta al momento de construir la personalidad y el destino de nuestros personajes.
Y ustedes, queridos autores... ¿qué piensan? El texto de Pedro ¿contradice lo que expongo en el primer párrafo? ¿O lo complementa? Será muy interesante que hagan click en comentarios y nos dejen leer vuestra opinión!
La espada que ha salido de la vaina tiene que matar
(confesión)
Por Pedro Muñoz
Me rindo. No se me ocurre ninguna
historia de alguien al que un acontecimiento puntual le haya cambiado de verdad.
Al menos ninguna que fuera verosímil.
Cambiamos de chaqueta, de horarios, de
ciudad, de champú... El refranero y su garbancera metafísica lo corroboran: el
que nace lechón muere gorrino.
Sí, la gente deja de fumar, algunos,
pocos. Otros adelgazan, unos kilos y durante una temporada. Podemos cambiar de
costumbres, pero el carácter es ese núcleo duro que nos puede. El orgullo, la
codicia, la lascivia.. ¡Si hasta el buen corazón es más fuerte que nuestro
sentido común!
El carácter es como el agua,
incompresible e imparable. Podemos cambiar su curso mediante obstáculos o
presas, pero la lluvia que cae en una vertiente encontrará su camino. Nada la
frenará en su decidida marcha aguas abajo hasta al mar.
No cambiamos.
Y aunque vaya en desdoro de mi
contrastada teoría os diré que una oscura universidad británica (siempre son de
esa nacionalidad las que descubren inusitadas relaciones de causalidad) lo ha
demostrado científicamente. Ha entrevistado a un grupo numeroso de personas
felices que se enfrentaron a un desgraciado acontecimiento en sus vidas, (como
quedarse tetrapléjico por ejemplo) y ha comprobado que tras el inevitable
quebranto, pasados unos meses, sus niveles de felicidad se recuperaban. Y al
contrario, personas infelices, deprimidas a las que otro acontecimiento, este
de carácter positivo, (como por ejemplo el ganar un sustancioso premio de la
lotería), había proporcionado unas semanas de alegría desatada, retornaban en
un breve periodo de tiempo a su estado original de decaimiento.
La gente no cambia, solo envejece. El
carácter es como una flecha que sigue su trayectoria y solo la gravedad poco a
poco la va curvando hasta su abrupto final.
Por eso en el rencuentro con aquel viejo
compañero del servicio militar bastan pocos minutos de dialogo para, debajo de
ese suave barniz de unas cuantas décadas de vida burguesa, descubrir al
bastardo de siempre. De la misma forma, tras ese mismo breve tiempo de
conversación, basta un brillo en los ojos, una entonación de la voz, una forma
de reír para que, como un viento fuerte barre las hojas caídas sobre la acera,
reconocer aquel o aquella joven de la que nos enamoramos, para recuperar al
amigo, al ser querido debajo de esas arrugas y canas que el tiempo ha ido
depositando.
Y así, pese a ser esclavos de un destino escrito en nuestro
interior, somos capaces de vencer al más poderoso e inapelable de los dioses,
el tiempo.
Por supuesto que lo complementa. Nos deja ver una etapa de la psicología y reflexión interna del personaje, que en este caso es el autor mismo.
ResponderBorrarPedro como siempre difícil de superar en palabras y reflexiones.
ResponderBorrarPero...me pregunto ¿ y la Mujer donde esta ?, esa que nos hace cambiar de rumbo, de manera de pensar , de amar …
Hay esperanzas atrás de un hombre, del cambio...la mujer que elegimos como compañera . y si no los hay, es que no supimos elegir.
Fuimos creados a semejanza, pero nadie nos explico que somos moldeados a su antojo para bien y para mal... escoje la que tuya... pero que no sea solo por la belleza.
Jag Sameaj.
Nel.gilboa
Para bien o para mal, Pedro siempre nos deja pensando, el filósofo.
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