Cuando entré a la manicuría, una clienta que ostentaba un cuello ortopédico como si fuera el trofeo de una batalla ganada, narraba la historia del accidente que atravesó con tanta vehemencia, que ni Violeta ni otras dos mujeres que aguardaban su turno, se percataron de mi llegada.
Los detalles del hecho eran desorbitantes: una moto la había atropellado y en el impacto, se había quebrado la segunda y la tercera vertebra cervical.
"El hueso -explicó aún azorada- aplastó la médula hasta casi romperla y por eso durante dos horas, no pude mover en absoluto ni las piernas ni los brazos. ¡Como si estuvieran muertos! -enfatizó-.
Tirada en el asfalto, mientras aguardaba conciente la llegada de la ambulancia y decenas de personas se agrupaban a mi alrededor -continuó su relato conmovedor- una mosca se paró en mi rostro. Hice el gesto autómatico de espantarla -explicó aún con horror en su mirada- y ahí noté que no podía mover los brazos... ni las piernas. Miré el cielo y pensé: "me ropí el cuello y mi médula espinal se cortó a la altura de la nuca: cuadriplegia con incontinencia, eso me depara el futuro. Y una lágrima se deslizó por mi mejilla".
-¡Imalé!
-¡Oi Vavoi!
-¡Elohim!
La pausa que tomó la clienta para respirar, dio lugar a las exclamaciones angustiosas de las presentes y mías, que aproveché esos instantes para decir en un susurro "shalom", dejar la cartera y acomodarme rápidamente para escuchar el final de la historia. Violeta utilizó ese respirillo para mover hacia un costado a quien ya le había pintado las uñas, e indicar con un gesto apurado a la siguiente clienta que se ubique en el banquillo frente a ella. Apenas finalizó la rotación, se generó un silencio expectante y todas las miradas se dirigieron de nuevo hacia la mujer del cuello ortopédico.
Me operó una especie de cirujano-mago-artista, que reconstruyó las vertebras que estaban fracturadas en decenas de pedacitos. Quitando una enorme astilla que parecía que había atravesado la médula... comprobó con sorpresa y con alegría genuina, un verdadero milagro: el pedazo de hueso la había aplastado, pero no la había seccionado. Al quitarlo, con absoluta precisión de relojero... -la voz de la clienta tembló y apretó las comisuras de los labios para no romper a llorar en medio de la manicuría- el nervio elástico tomó de a poco su posición habitual. Algo o alguien frenó la astilla un milímetro ANTES del daño irreparable.
-¡Baruj Hashem!
-¡Gracias a Dios!
-Qué desgracia con suerte...
.............................................................................................................
El episodio me persiguió durante varios días. Quiero entender y no puedo: ¿quién digita esos "casi" que cambian, o no, la vida de las personas?
Mi hijo mira la final de fútbol de la copa europea y grita eufórico: "vení a ver mamá, definen por penales y van 3 a 2". Pienso en el jugador que está por patear la pelota, cargando la mirada de medio planeta en su espalda. Mi hijo anuncia, creando tensión dramática como si no hubiera: "si mete el gol ganan, mamá, todo Europa va a hablar de él". Patea un bombazo certero. No, no tanto... ¡travesaño! Por medio centímetro, la pelota no entró. El grito de euforia se congela en miles de gargantas. El jugador que podía salir de la cancha victorioso como un César, se va vapuleado. El comentarista deportivo lo define como "cero a la izquierda". La diferencia entre la gloria y la nada es de medio centímetro. "Casi".
..................................................................................................................
A ver autores... ¿quién hace click en comentarios y cuenta una historia con este temazo de la literatura universal, donde el protagonismo se lo lleve la palabra "casi"?
¿Siempre quisiste escribir? Llegaste al sitio indicado. En los posts mas antiguos, encontrarás ANECDOTAS, ENSEÑANZAS LITERARIAS (Tips) y EJERCICIOS, muchos de ellos ambientados en la escenografía íntima de un pequeño Salón de Belleza en un barrio pintoresco de Israel. Y en los últimos posts: relatos destacados de escritores contemporáneos que brillan en los Talleres. Bienvenidos a Nace un Autor: un viaje al corazón de tu impulso creativo.
8 feb 2014
12 ene 2014
Tip 32: Encontrando Musas
-A veces me pregunto si la vida... me regalará una nueva historia de amor.
La frase resonó fuerte en el ámbito pequeño y prolijo de la manicuría de Violeta, ese jueves a la tarde. El local, estaba bastante poblado por un grupo de media docena de mujeres de variada edad, que esperaban su turno para empezar acicaladas y un poco mas bellas el fin de semana.
Resonó fuerte y quedó picando. Se coló en el hueco de varias conversaciones simultáneas que de pronto se silenciaron, como suele suceder a veces en las reuniones donde se conversa en grupitos aislados y de pronto, parece que un director de orquesta oculto calla a todos en el mismo instante y se escucha muy clara, sonoramente, el comentario de alguien que enseguida se sonroja y trata de volver al anonimato del momento anterior.
Violeta, yo y cinco pares adicionales de ojos curiosos, buscamos con la mirada a la autora de ese cuestionamiento tan verdadero y sentido, de ese deseo cubierto con el signo de pregunta de un destino, que cortó como un sable el cotorreo que fluye como un manantial en cualquier centro de belleza femenino.
Y cuando nuestros ojos se toparon con la elegante autora de esas palabras y nuestras comisuras de los labios se estiraban en involuntarios gestos de asombro, la ancianisima señora repitió, con picardía, por si quedaba alguna duda:
-¿Qué? A los 87 años de edad... ¿no se puede esperar que la vida nos sorprenda con una nueva historia de amor?
Yo miré a la octogenaria como a un ángel caído del cielo y salí de la manicuría casi volando, sin esperar mi turno. Hacía días tenía la sensación de que una nueva obra, película o novela se estaba gestando en mi interior y me preguntaba de qué forma comenzaría, qué formato tendría, cual sería la imagen, o el sonido, o la acción, o el retazo de vida que actuaría como disparador de la catarata inspiradora.
La frase de la octogenaria había resultado perfecta: musicalmente, filosóficamente y representaba además una esperanza muy universal, el deseo siempre latente de volver a sentir esos arrebatos, esa risa loca, esa mezcla de sensación todopoderosa que es el amor.
Subí los tres pisos de escaleras de dos en dos y esa noche pedí comida hecha para todos.
Abrí la "laptop" como si fuera el cofre de un tesoro y con sumo cuidado, con respeto y yemas temblorosas tecleé el título de mi primer novela: "La última historia de amor".
...................................................................................
Y ustedes, autores... recuerdan alguna imagen, persona, pregunta, gesto, suceso, recuerdo, foto, escena, paisaje, animal, vacación, vivienda o comentario... que les haya sido sumamente inspirador? ¿Quién hace "click" en comentarios y lo comparte?
1 ene 2014
Tip 31: Inspiración
Entré a la manicuría del barrio eufórica y con una botella de sidra dulzona muy especial, hecha con manzanas de la Alta Galilea.
-¡Feliz año 2014 para mi querida manicura Violeta, amiga y vecina, hermana postiza en estas tierras que adoptamos por elección! Te deseo un año lleno de... ¡inspiración!
El rostro gratamente sorprendido y feliz de Violeta se oscureció de repente y sus cejas se arquearon como preguntándome qué es lo que podría hacer ella con un año plagado de aquella dudosa virtud.
Me expliqué rápidamente:
-La inspiración es ímpetu innovador y un impulso creativo tan grande que, en general, acarrea el éxito en lo que emprendas. El éxito genera mas trabajo. El trabajo implica dinero y el dinero... predispone maravillosamente para el amor.
Violeta me miró con desconfianza por unos instantes, en absoluto silencio. Y cuando yo ya estaba por repetir la secuencia de buenos augurios desencadenados, apeló a un tono bien práctico desprovisto de paciencia, para poner punto final al asunto y evitar empezar el año con una discusión.
-Yo te agradezco la sorpresa, la sidra y la amistad. Pero a mi deseame "salud, dinero y amor" y eso me abarca todo lo que puedo necesitar.
.................................................................
Y ustedes autores... ¿qué opinan? ¿No sería genial un año en el que TAMBIÉN fluya naturalmente la inspiración y nos sintamos "tocados por la varita"?
FELIZ AÑO 2014 y que siempre tengan lindas historias para contar (reales o inventadas)
-¡Feliz año 2014 para mi querida manicura Violeta, amiga y vecina, hermana postiza en estas tierras que adoptamos por elección! Te deseo un año lleno de... ¡inspiración!
El rostro gratamente sorprendido y feliz de Violeta se oscureció de repente y sus cejas se arquearon como preguntándome qué es lo que podría hacer ella con un año plagado de aquella dudosa virtud.
Me expliqué rápidamente:
-La inspiración es ímpetu innovador y un impulso creativo tan grande que, en general, acarrea el éxito en lo que emprendas. El éxito genera mas trabajo. El trabajo implica dinero y el dinero... predispone maravillosamente para el amor.
Violeta me miró con desconfianza por unos instantes, en absoluto silencio. Y cuando yo ya estaba por repetir la secuencia de buenos augurios desencadenados, apeló a un tono bien práctico desprovisto de paciencia, para poner punto final al asunto y evitar empezar el año con una discusión.
-Yo te agradezco la sorpresa, la sidra y la amistad. Pero a mi deseame "salud, dinero y amor" y eso me abarca todo lo que puedo necesitar.
.................................................................
Y ustedes autores... ¿qué opinan? ¿No sería genial un año en el que TAMBIÉN fluya naturalmente la inspiración y nos sintamos "tocados por la varita"?
FELIZ AÑO 2014 y que siempre tengan lindas historias para contar (reales o inventadas)
23 dic 2013
Tip 30: "Ir adivinando historias"
-En esta época del año preferiría estar en Argentina o en cualquier otro país del mundo... no en Israel- confesó Violeta como al pasar mientras daba una pincelada final a mi uña del meñique izquierdo y la observaba como a una obra de Miguel Angel. Acá las fiestas pasan sin pena ni gloria... -se quejó- ¿no extrañás ver un arbolito de Navidad en cada comercio o encontrarte a Papa Noel en el shopping?
-¡No!- exclamé. Si hay algo que NO extraño es eso. La gente comprando desaforadamente, algunos saliendo del súper abarrotados de comida y otros harapientos en las calles, sin conseguir siquiera un pollo para la Nochebuena.
-Vos siempre buscándole el lado oscuro a las cosas. No hay fiesta mas luminosa y divertida que Navidad ¡Cómo me hubiera gustado armar un arbolito en casa! Cuando era chica odiaba ser judía por esa razón, por quedar al margen de ese festejo increíble y cálido en todos los hogares.
-No en TODOS los hogares. Quién está solo, está mas solo que nunca en Navidad. Es una época del año difícil, final, de evaluación, extrema. Llena de historias para contar. Eso SI extraño: caminar por las calles y poder casi palpar las historias...
Violeta me miró con ojos de niña. Su mirada reflejaba como un espejo el sentir de su corazón. Ese par de ojos verdes que en general albergaban la sabiduría de cien abuelas, ahora eran dos cuencos infantiles llenos de ilusión y expectativa.
-¿Sabés alguna? -me preguntó mientras me ponía en las uñas un lìquido diseñado para secar velozmente el esmalte.
Una clienta que esperaba su turno hojeando una revista, la dejó discretamente: pude leer en su cuerpo -y en el de Violeta- una absoluta predisposición a la escucha. Mi mente se convirtió en un catálogo apresurado que sopesaba qué contar, en base al tiempo limitado y al tipo de interlocutoras presentes.
"Esto sucedió un 31 de diciembre -anuncié finalmente -. Aquél 31 de diciembre lluvioso y triste que usted recuerda, hace cinco años, el día de su enojo"
Y durante los quince minutos siguientes convertí con habilidad de maga la manicuría de Violeta en el colectivo misterioso que recorre Buenos Aires durante una noche lúgubre de fin de año, en el cuento "El Pasajero" de Manuel Mujica Lainez
.......................................................................
A ver Autores... quién se anima a hacer "click" en comentarios y crear -para Violeta y para el blog- un breve relato de Año Nuevo que comience igual que aquél: "Esto sucedió un 31 de diciembre..."
-¡No!- exclamé. Si hay algo que NO extraño es eso. La gente comprando desaforadamente, algunos saliendo del súper abarrotados de comida y otros harapientos en las calles, sin conseguir siquiera un pollo para la Nochebuena.
-Vos siempre buscándole el lado oscuro a las cosas. No hay fiesta mas luminosa y divertida que Navidad ¡Cómo me hubiera gustado armar un arbolito en casa! Cuando era chica odiaba ser judía por esa razón, por quedar al margen de ese festejo increíble y cálido en todos los hogares.
-No en TODOS los hogares. Quién está solo, está mas solo que nunca en Navidad. Es una época del año difícil, final, de evaluación, extrema. Llena de historias para contar. Eso SI extraño: caminar por las calles y poder casi palpar las historias...
Violeta me miró con ojos de niña. Su mirada reflejaba como un espejo el sentir de su corazón. Ese par de ojos verdes que en general albergaban la sabiduría de cien abuelas, ahora eran dos cuencos infantiles llenos de ilusión y expectativa.
-¿Sabés alguna? -me preguntó mientras me ponía en las uñas un lìquido diseñado para secar velozmente el esmalte.
Una clienta que esperaba su turno hojeando una revista, la dejó discretamente: pude leer en su cuerpo -y en el de Violeta- una absoluta predisposición a la escucha. Mi mente se convirtió en un catálogo apresurado que sopesaba qué contar, en base al tiempo limitado y al tipo de interlocutoras presentes.
"Esto sucedió un 31 de diciembre -anuncié finalmente -. Aquél 31 de diciembre lluvioso y triste que usted recuerda, hace cinco años, el día de su enojo"
Y durante los quince minutos siguientes convertí con habilidad de maga la manicuría de Violeta en el colectivo misterioso que recorre Buenos Aires durante una noche lúgubre de fin de año, en el cuento "El Pasajero" de Manuel Mujica Lainez
A ver Autores... quién se anima a hacer "click" en comentarios y crear -para Violeta y para el blog- un breve relato de Año Nuevo que comience igual que aquél: "Esto sucedió un 31 de diciembre..."
20 dic 2013
Tip 29: En la piel de otro
Semana de frío intenso en Israel. Estacioné el auto justo frente a la manicuría de Violeta sin intención de entrar, sólo porque la vi tiritando en la puerta, muy abrigada y fumando un cigarrillo en el umbral. Me miró con ojos que invitan a conversar y me saludó efusivamente, algo poco habitual en su modo parco que esconde un corazón de oro.
Entonces -como tantas otras veces- entré a hacerme las manos más por el placer de regalarme esos treinta minutos de cafecito y charla "bien de mujeres" que surgía espontáneamente en el ámbito de la manicuría de Violeta.
Creo que no hay espacio más femenino en el mundo aquél: si un hombre pasa allí, escondido, una tarde entera, puede llegar a escuchar desde las preocupaciones mas triviales hasta los secretos más recónditos del alma de una mujer.
-Sos la primera clienta del día y ya son las cinco de la tarde... -comentó Violeta. Y luego explicó, con tono de resignación ante lo irremediable: -Nadie va a la playa, nadie va en ojotas, nadie en sandalias o con falda... todas con pantalones y botas... ¿quién va a depilarse las piernas o hacerse las uñas de los pies?
La conversación pasó de la frecuencia depilatoria a recetas de chocolate caliente para los chicos en esos días de invierno. Después hablamos de un color de tintura para el pelo muy difícil de conseguir, del curso de tejido que haremos algún día a pesar de esta época de bufandas de oferta y por supuesto, comentamos la nueva historia de amor y el último desengaño que aconteció esa semana en el barrio.
Los treinta minutos pasaron volando y el frío también, amansado por el vertiginoso avatar de la charla tan trivial... pero "fundamental".
Salí de allí con las manos y el corazón mas halagados. Y -como siempre- no pude evitar relacionar lo sucedido con la literatura. Me pregunté:
¿Cómo hace un escritor hombre para meterse en el alma de un personaje femenino y hacerlo hablar, sentir, doler, amar, rabiar... como lo hace una mujer? Cómo escribir sobre ellas sin conocer el desgarro de la primera menstruación, la grieta del pezón al amamantar, o la vital importancia de haber conseguido el vestido adecuado para una fiesta?
Y viceversa... ¿cómo puede infiltrarse una escritora mujer y desatar el nudo del alma masculina de su personaje?
Angeles Msstretta e Isabel Allende eligieron escribir -en general- historias de mujeres y pincelaron nuestros mundos mas íntimos con maravillosa habilidad. Pero el escritor brasileño Jorge Amado... ¡también! ¿Cómo se adentró y desfloró con tanta certeza el espíritu y el sentir de sus emblemáticas "Doña Flor", "Gabriela clavo y canela" y la entrañable "Teresa Batista, cansada de guerra"?
A ver autores... qué opinan? ¿Lo han intentado? ¿Cómo se logra? ¿Quién aporta al blog otros ejemplos de la literatura universal o propios?
Entonces -como tantas otras veces- entré a hacerme las manos más por el placer de regalarme esos treinta minutos de cafecito y charla "bien de mujeres" que surgía espontáneamente en el ámbito de la manicuría de Violeta.
Creo que no hay espacio más femenino en el mundo aquél: si un hombre pasa allí, escondido, una tarde entera, puede llegar a escuchar desde las preocupaciones mas triviales hasta los secretos más recónditos del alma de una mujer.
-Sos la primera clienta del día y ya son las cinco de la tarde... -comentó Violeta. Y luego explicó, con tono de resignación ante lo irremediable: -Nadie va a la playa, nadie va en ojotas, nadie en sandalias o con falda... todas con pantalones y botas... ¿quién va a depilarse las piernas o hacerse las uñas de los pies?
La conversación pasó de la frecuencia depilatoria a recetas de chocolate caliente para los chicos en esos días de invierno. Después hablamos de un color de tintura para el pelo muy difícil de conseguir, del curso de tejido que haremos algún día a pesar de esta época de bufandas de oferta y por supuesto, comentamos la nueva historia de amor y el último desengaño que aconteció esa semana en el barrio.
Los treinta minutos pasaron volando y el frío también, amansado por el vertiginoso avatar de la charla tan trivial... pero "fundamental".
Salí de allí con las manos y el corazón mas halagados. Y -como siempre- no pude evitar relacionar lo sucedido con la literatura. Me pregunté:
¿Cómo hace un escritor hombre para meterse en el alma de un personaje femenino y hacerlo hablar, sentir, doler, amar, rabiar... como lo hace una mujer? Cómo escribir sobre ellas sin conocer el desgarro de la primera menstruación, la grieta del pezón al amamantar, o la vital importancia de haber conseguido el vestido adecuado para una fiesta?
Y viceversa... ¿cómo puede infiltrarse una escritora mujer y desatar el nudo del alma masculina de su personaje?
Angeles Msstretta e Isabel Allende eligieron escribir -en general- historias de mujeres y pincelaron nuestros mundos mas íntimos con maravillosa habilidad. Pero el escritor brasileño Jorge Amado... ¡también! ¿Cómo se adentró y desfloró con tanta certeza el espíritu y el sentir de sus emblemáticas "Doña Flor", "Gabriela clavo y canela" y la entrañable "Teresa Batista, cansada de guerra"?
A ver autores... qué opinan? ¿Lo han intentado? ¿Cómo se logra? ¿Quién aporta al blog otros ejemplos de la literatura universal o propios?
1 dic 2013
Tip 28: Una escritura auténtica
-Violeta... ¿qué fue lo peor que te pasó en la vida? -pregunté aprovechando que ese día la manicuría estaba desierta y podríamos conversar a solas.
Mi manicura reflexionó unos instantes antes de responder, haciendo de cuenta que evaluaba con qué color de esmalte me iba a pintar y al final, levantó la vista de mis uñas y habló con su tono de consejera que ya está de vuelta de todo en la vida:
-Yo tengo una estrategia... ¿sabés? Las situaciones desagradables por las que pasé -que no son pocas- trato de olvidarlas. No ando revolviéndolas y masticándolas una y otra vez como te piden los psicólogos... Yo las entierro en un cajoncito bien lejano de mi propia historia, lo cierro con candado y trato de no abrirlo mas. Y me aferro sólo a los momentos felices que viví -que tampoco son pocos-. A esos los recreo en mi memoria una y otra vez y así vivo tranquila, casi siempre feliz.
No quiero pensar "en lo peor que me pasó en la vida" ¿entendés?
Su argumento era casi irrefutable, desde la lógica y el punto de vista de una persona que NO ESCRIBE.
El novelista y guionista turco Orhan Pamuk -premio Nobel de Literatura 2006- nos regala esta increíble reflexión al respecto:
"Ser escritor, significa detenerse en las heridas ocultas que llevamos en nuestro interior, de cuya existencia -como mucho- tenemos una ligera idea, descubrirlas y conocerlas pacientemente, sacarlas bien a la luz y convertir esas heridas y sufrimientos en una parte de nuestra escritura y nuestra personalidad que abrazamos concientemente.
Escribir, es hablar de cosas que todo el mundo sabe, pero que no sabe que sabe. Explorar este conocimiento, desarrollarlo y compartirlo, le proporciona al lector el placer de viajar maravillado por un mundo que conoce bien.
Además ese autor, que trata de desarrollar sus aptitudes y crear un mundo encerrado en una habitación durante años, está demostrando -lo sepa o no- una profunda confianza en el ser humano, cuando parte de sus propias heridas ocultas. Yo siempre he tenido esa confianza que te hace sentir que todos los seres humanos se parecen, que los demás tienen heridas parecidas y que por eso te comprenderán. Toda la verdadera literatura se basa en esa confianza infantil y optimista de que la gente se parece".
.....................................................................
Me incorporé a desgano del cómodo entorno que Violeta recreó con buen gusto y delicados toques de femineidad: pétalos de rosa diseminados entre los esmaltes, sahumerio, música de fondo. Y antes de atravesar el umbral del local rumbo a mi casa vecina, repliqué:
-Yo no esquivo nada de lo malo que me pasó, al contrario, lo aprovecho. No puedo cambiarlo, me dolió como espinas en su momento. Y ahora que el tiempo pasó, vuelvo a ese hecho, me asiento en él, lo revivo, lo recorto, lo adorno y al final... lo transformo en un cuento.
Mi manicura reflexionó unos instantes antes de responder, haciendo de cuenta que evaluaba con qué color de esmalte me iba a pintar y al final, levantó la vista de mis uñas y habló con su tono de consejera que ya está de vuelta de todo en la vida:
-Yo tengo una estrategia... ¿sabés? Las situaciones desagradables por las que pasé -que no son pocas- trato de olvidarlas. No ando revolviéndolas y masticándolas una y otra vez como te piden los psicólogos... Yo las entierro en un cajoncito bien lejano de mi propia historia, lo cierro con candado y trato de no abrirlo mas. Y me aferro sólo a los momentos felices que viví -que tampoco son pocos-. A esos los recreo en mi memoria una y otra vez y así vivo tranquila, casi siempre feliz.
No quiero pensar "en lo peor que me pasó en la vida" ¿entendés?
Su argumento era casi irrefutable, desde la lógica y el punto de vista de una persona que NO ESCRIBE.
El novelista y guionista turco Orhan Pamuk -premio Nobel de Literatura 2006- nos regala esta increíble reflexión al respecto:
"Ser escritor, significa detenerse en las heridas ocultas que llevamos en nuestro interior, de cuya existencia -como mucho- tenemos una ligera idea, descubrirlas y conocerlas pacientemente, sacarlas bien a la luz y convertir esas heridas y sufrimientos en una parte de nuestra escritura y nuestra personalidad que abrazamos concientemente.
Escribir, es hablar de cosas que todo el mundo sabe, pero que no sabe que sabe. Explorar este conocimiento, desarrollarlo y compartirlo, le proporciona al lector el placer de viajar maravillado por un mundo que conoce bien.
Además ese autor, que trata de desarrollar sus aptitudes y crear un mundo encerrado en una habitación durante años, está demostrando -lo sepa o no- una profunda confianza en el ser humano, cuando parte de sus propias heridas ocultas. Yo siempre he tenido esa confianza que te hace sentir que todos los seres humanos se parecen, que los demás tienen heridas parecidas y que por eso te comprenderán. Toda la verdadera literatura se basa en esa confianza infantil y optimista de que la gente se parece".
.....................................................................
Me incorporé a desgano del cómodo entorno que Violeta recreó con buen gusto y delicados toques de femineidad: pétalos de rosa diseminados entre los esmaltes, sahumerio, música de fondo. Y antes de atravesar el umbral del local rumbo a mi casa vecina, repliqué:
-Yo no esquivo nada de lo malo que me pasó, al contrario, lo aprovecho. No puedo cambiarlo, me dolió como espinas en su momento. Y ahora que el tiempo pasó, vuelvo a ese hecho, me asiento en él, lo revivo, lo recorto, lo adorno y al final... lo transformo en un cuento.
30 nov 2013
Tip 27: "Una luz en la oscuridad"
En la manicuría de Violeta la conversación del improvisado grupo de mujeres que aguardaba su turno o esperaban que se seque el esmalte, giraba en torno a recetas de sufganiot, la emblemática factura aceitosa parecida a una "bola de fraile" que es tradición comer cuando se celebra el milagro de Jánuca en Israel.
La situación era paradójica: clientas abuelas de sesenta largos optaban por comprar las sufganiot ya listas en la panadería. Y un par de madres jóvenes, con jornadas laborales de ocho horas y tres o cuatro críos en su haber (no sé como encontraban tiempo para hacerse las manos) planeaban el cometido de amasar con los niños la mezcla de harina, huevos y azúcar con toques de milagro, sin temer el consabido enchastre en la cocina.
La discusión pasó de... "¿cuál receta es mas fácil y rica?" a "¿donde conviene comprarlas ya listas? Todas hablaban al unísono y las opiniones triplicaban el número de mujeres presentes.
De pronto, Violeta elevó su mirada de las manos que acicalaba y con su voz femenina y ronca, comentó como al pasar, con autoridad y cadencia de cuento de hadas:
-Januca me recuerda el momento mas oscuro y negro de mi vida. Hubo un instante exacto
-lo recuerdo- en el que divisé una luz diminuta, como una vela, como una promesa, como una sonrisa. Y me volvió la confianza.
En el local se impuso un silencio inmediato y absoluto. Todos los pares de ojos se volvieron hacia ella. Y volví a pensar -no sin un dejo de envidia- que esa manicura de barrio que no había leído mas de una decena de libros en su vida, llegó a este mundo con el don de narrar creando expectativa y generando intriga... como la mismísima Sheherezada.
....................................................................................
A ver autores... hoy la historia la cuentan ustedes.
Desafío Literario 4 "Una luz en la oscuridad"
Se animan a hacer "click" en comentarios y contar la historia que tan hábilmente anunció Violeta?
¿Quién regala al blog el cuento de "un momento negro en la vida de un personaje y el instante mismo en que divisa una luz de esperanza a lo lejos"?
La discusión pasó de... "¿cuál receta es mas fácil y rica?" a "¿donde conviene comprarlas ya listas? Todas hablaban al unísono y las opiniones triplicaban el número de mujeres presentes.
De pronto, Violeta elevó su mirada de las manos que acicalaba y con su voz femenina y ronca, comentó como al pasar, con autoridad y cadencia de cuento de hadas:
-Januca me recuerda el momento mas oscuro y negro de mi vida. Hubo un instante exacto
-lo recuerdo- en el que divisé una luz diminuta, como una vela, como una promesa, como una sonrisa. Y me volvió la confianza.
En el local se impuso un silencio inmediato y absoluto. Todos los pares de ojos se volvieron hacia ella. Y volví a pensar -no sin un dejo de envidia- que esa manicura de barrio que no había leído mas de una decena de libros en su vida, llegó a este mundo con el don de narrar creando expectativa y generando intriga... como la mismísima Sheherezada.
....................................................................................
A ver autores... hoy la historia la cuentan ustedes.
Desafío Literario 4 "Una luz en la oscuridad"
Se animan a hacer "click" en comentarios y contar la historia que tan hábilmente anunció Violeta?
¿Quién regala al blog el cuento de "un momento negro en la vida de un personaje y el instante mismo en que divisa una luz de esperanza a lo lejos"?
17 nov 2013
Tip 26: "Del dolor a la reparación"
-Qué silenciosa estás hoy- me reprochó Violeta, sin poder creer que limó las uñas de mis dos manos y quitó el excedente de cutículas, sin que yo dijera una palabra- ¿Pasó algo?
-Si... ayer. En el Taller Literario. No se me va de la cabeza.
Violeta me interrumpió con un gesto de fastidio y señaló los mas de doscientos esmaltes que adornaban afiladitos los estantes blancos de la pared.
-Elegí un color y mejor seguí en tu mundo, pensando. Hoy no tengo paciencia para tus historias de intelectuales.
-Una mujer escribió un texto conmovedor -expliqué, obviando su comentario-. Yo había pedido que traigan un cuento corto "de amor y despedida": la pasión que termina, el adiós que se impone por destino u elección.
-Buen tema- reconoció Violeta.
-Hace unos dos años, una mujer ya madura -elegante y bonita- me pidió venir al Taller de Escritura. Me hablaba un poco en hebreo y un poco en español, ambos con marcado acento alemán. Acepté con escepticismo... ¿no habla bien castellano y quiere escribir? -pensé-. Sin embargo, con el correr de las clases fui comprobando que sus escritos estaban cargados de poesía, sentimiento y músicalidad. Pronto supe que no era judía y que su familia vivía en Alemania, adonde viajaba seguido a visitarlos. Sentí curiosidad: ¿Quién era esta mujer que me traía bombones en estuche de Santa Claus cuando volvia de viaje? ¿Qué hacía viviendo en Israel, hablando hebreo, escribiendo en español?
-¿Sabes quién es Ulla? -alguien deslizó la pregunta una tarde, en un evento del Instituto Cervantes-.
-No... ¿quien es?-
-Su padre y su abuelo fabricaban los contenedores donde se transportaba el gas Cyclon B hasta los campos de concentración en Aushwitz. El gas de las cámaras de gas...
A Violeta se le volcó el frasquito de esmalte.
-Dios mío, "eso" no es Ulla! Qué carga tan pesada...
..............................................................................
Ulla Guesner eligió vivir, amar y escribir en Israel. Con talento y obstinación, con pasión, osadía y perseverancia, bucea en el grito de lo que no puede cambiar y -con la ayuda de las palabras- lo transforma en un canto de reparación. Eso es "Helgaken".
-Si... ayer. En el Taller Literario. No se me va de la cabeza.
Violeta me interrumpió con un gesto de fastidio y señaló los mas de doscientos esmaltes que adornaban afiladitos los estantes blancos de la pared.
-Elegí un color y mejor seguí en tu mundo, pensando. Hoy no tengo paciencia para tus historias de intelectuales.
-Una mujer escribió un texto conmovedor -expliqué, obviando su comentario-. Yo había pedido que traigan un cuento corto "de amor y despedida": la pasión que termina, el adiós que se impone por destino u elección.
-Buen tema- reconoció Violeta.
-Hace unos dos años, una mujer ya madura -elegante y bonita- me pidió venir al Taller de Escritura. Me hablaba un poco en hebreo y un poco en español, ambos con marcado acento alemán. Acepté con escepticismo... ¿no habla bien castellano y quiere escribir? -pensé-. Sin embargo, con el correr de las clases fui comprobando que sus escritos estaban cargados de poesía, sentimiento y músicalidad. Pronto supe que no era judía y que su familia vivía en Alemania, adonde viajaba seguido a visitarlos. Sentí curiosidad: ¿Quién era esta mujer que me traía bombones en estuche de Santa Claus cuando volvia de viaje? ¿Qué hacía viviendo en Israel, hablando hebreo, escribiendo en español?
-¿Sabes quién es Ulla? -alguien deslizó la pregunta una tarde, en un evento del Instituto Cervantes-.
-No... ¿quien es?-
-Su padre y su abuelo fabricaban los contenedores donde se transportaba el gas Cyclon B hasta los campos de concentración en Aushwitz. El gas de las cámaras de gas...
A Violeta se le volcó el frasquito de esmalte.
-Dios mío, "eso" no es Ulla! Qué carga tan pesada...
..............................................................................
Ulla Guesner eligió vivir, amar y escribir en Israel. Con talento y obstinación, con pasión, osadía y perseverancia, bucea en el grito de lo que no puede cambiar y -con la ayuda de las palabras- lo transforma en un canto de reparación. Eso es "Helgaken".
Helgaken
por Ulla Gessner
-Acuéstate conmigo- los ojos azules de Heinrich brillaban. Con brazo flojo levantó la manta por encima de él y corrió la baranda de la cama de hospital. Helga vaciló: a cada momento podía llegar
alguien. Por otro lado no había nada que perder... quizás soportar miradas o
palabras de desdén.
Heinrich estaba muy enfermo y por
su avanzada edad, no le quedaba mucha resistencia. Helga levantó suavemente la cobija y se acostó a su
lado. El buscó a tientas el lugar más
caliente entre sus piernas. Solía llamarlo “la calefacción solar”. Helga intentó recordar el día en que lo dijo por primera vez. Era invierno y
se había divertido mucho por la comparación tan práctica. Se apretó contra él.
La puerta se abrió y apareció una enfermera inoportuna. Como un burro
terco que se asusta de algo imprevisto, se frenó de golpe y
desapareció al tiro.
Helga sabía que no les quedaba mucho tiempo. La mujer de Heinrich
también estaba en ese hospital y todos la conocían.
-Helgaken... te quiero-. Heinrich la besó como un hambriento en la selva que
por fin, encuentra una fruta dulce. Ella respondió ardientemente, como si ese
beso fuera el último. El presente se transformó en eternidad. Ese beso era el sello de su amor – un amor de
profunda intimidad, un amor de fin de semana mensual, un amor de charlas sin
fin, un amor con literatura y congresos, un amor entre un judío que ha
sobrevivido en la resistencia del gueto de Vilna y una alemana en cuya vida pesaba un padre involucrado en crímenes de guerra.
“Tú eres para mí la reparación, la nueva Alemania” -le había
dicho Heinrich una vez y sus palabras colocaban su encuentro en un contexto universal. Helga no era capaz de interrumpir esa unión.
Antes que vengan los doctores,
llegó -como un ángel- la muerte.
Heinrich apoyó su cabeza sobre la almohada sin tocar a Helga, que escuchó
su último suspiro. Con ese aliento final salió su lengua, azul como nunca antes, esa lengua que sabía acariciar
tanto su boca.
–Heinrich- susurró al
sentir que la mano de él en
su “calefacción solar” perdió la fuerza
viva. Heinrich... Pero se quedó mudo para siempre.
Helga acarició su mejilla aún tibia y apartó el barral de la cama de hospital. Se arregló un poco el
cabello y abrió la ventana para que el alma de Heinrich pudiera volar hacia afuera. Lo hizo automáticamente y se extrañó al notar
que pensaba en algo sobrenatural... ¿cantaba un pájaro frente a la ventana o
fue su pura imaginación?
Dos médicos entraron a la
habitación. Detrás de ellos la enfermera entrometida. Los tres miraron a Helga con muda curiosidad y rigor
al ver lo que pasó en la cama.
Ella tomó su cartera y salió rápidamente del hospital.
...................................................................................
A ver, autores... ¿quién hace "click" en comentarios y -al igual que Ulla- transforma una "carga" que pesa y duele como espinas... en un canto de amor y reparación?
A ver, autores... ¿quién hace "click" en comentarios y -al igual que Ulla- transforma una "carga" que pesa y duele como espinas... en un canto de amor y reparación?
2 nov 2013
Tip 25: Mi propio ALEPH o "Introducción de un elemento imaginario"
Me encontré con Violeta por casualidad en el parque Hayarkón, al lado del río bonito de aguas mansas que cruza la ciudad de Tel Aviv y desemboca en el Mediterráneo.
Me resultó extraño verla fuera del contexto de la manicuría, enfundada en un jean moderno que disimulaba sus sesenta y tantos y pendiente de cada movimiento de sus dos nietos en edad escolar -Alón y Nadav- que enseguida hicieron buenas migas con mi hijo Eitán.
-Cierto... hoy es lunes -expresé al verla, con verdadera satisfacción por el encuentro espontáneo. Los lunes la manicuría estaba cerrada y toda la cuadra y el barrio perdían algo de vitalidad y color.
Nos sentamos a la sombra de unos eucaliptus, mirando jugar a los tres chicos que parecían conocerse desde siempre. Tomábamos café turco de termo y picábamos nueces y pasas de uva que Violeta sacaba de una canasta que parecía no tener fondo. Hablábamos en castellano, con las expresiones tan propias de los "porteños" oriundos de Buenos Aires. La conversación fluía mansa y constante como las aguas del río Hayarkon y de pronto, sentí que esa manicura sencilla que cargaba en sus hombros una enciclopedia de vida, era mi hermana en Israel.
Sus nietos y mi hijo irrumpieron eufóricos, como un rayo de sol que se abre paso entre las ramas de eucaliptus.
-¡Encontramos una pelotita de vidrio! -anunció Alón, el nieto menor de Violeta.
-Una bolita de cristal con colores adentro- completó Nadav, el mayor.
-Es sólo una canica que alguien perdió...- Mi manicura utilizó un vocablo de hace dos siglos minimizando el hallazgo.
-No- aseguró mi hijo Eitán, que examinaba la pequeña circunsferencia girándola despacio entre el pulgar y el anular- ¡Es un "ALEPH"! Guardalo bien, mamá.
Los chicos salieron corriendo, con el apremio de seguir jugando antes de escuchar la temida palabra "vamos". Y quedé bajo la mirada inquisitiva de Violeta, algo reprobatoria, como diciendo "Ya le llenaste la cabeza de conceptos raros también al chico..."
-Le conté uno de los mas conocidos cuentos de Borges, nada más -me atajé-. Se lo simplifiqué muchísimo:
"Había una vez un señor que no se quería mudar porque en el sótano de su casa, detrás de un pesado armario, descubrió un Aleph: una pequeña circunsferencia donde se pueden ver todos los puntos del universo simultáneamente, todo lo que pasó o pasará o uno hubiera querido que pase, infinitas cosas al mismo tiempo". El escritor lo describe de esta forma, es bellísimo:
“Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una pirámide, vi un laberinto roto (era Londres) vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mi como en un un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en un zaguán de una casa de Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal...”
Violeta miró de soslayo la bolita de cristal que los chicos encontraron y -con ojos de niña- se ilusionó: -¿Será un Aleph?
...........................................................................................................
Queridos autores, si encuentran un ALEPH en algún zaguán
de una vieja casa y escarban en el baúl de vuestros propios deseos y recuerdos... ¿que quisieran ver reflejado en él?
Quiero compartir con ustedes "el Aleph" de Alejandro Stein, un argentino-israelí que condimenta con toques de asado, Boca Juniors y poesía, su rincón familiar en el Kibbutz Barkai:
"Vi una pareja besándose en un auto cuando Villa Cariño todavía existía. Vi a mi equipo en la Bombonera dando todas las vueltas olímpicas que el exilio me hizo perder. Vi a mis padres, vi una maestra tomando lista frente a caritas mapuches y guardapolvos blancos, vi mi muerte y me negué a saber la fecha, vi un duraznero en flor y vi sus frutos todo al mismo tiempo.
Y vi a la misma pareja que se besaba, ahora desgastada por el tiempo y la rutina. Vi el amor eterno, vi el amor gastado y vi el amor de pago. Vi la muerte en todas sus versiones y la vida iniciándose de mil maneras. Vi el miedo en los ojos de un tipo sentado en el consultorio del dentista y la mirada letal de una serpiente frente a una ardilla. Vi a mi abuela cocinando y casi pude oler el aroma característico de su casa. Y no seguí viendo... porque me aterró la perspectiva del conocimiento infinito”Hermoso... ¿no? Quién hace "click" en comentarios y regala al blog su propio Aleph?
20 oct 2013
Tip 24: Cadenas de Contratiempos
La clienta bonita, divorciada y de treinta y pico largos, contaba en la manicuría de Violeta -con lujo de detalles- la serie de peripecias que oscurecieron su fin de semana. Si bien fueron contratiempos relativamente minúsculos, la seguidilla le había generado mas de un trastorno, atrasos y tensiones, que ahora relataba con comicidad.
-Una rueda se me pinchó y unos vecinos la cambiaron por la de auxilio, pero al estacionar... vi que la otra goma delantera estaba bajísima. Hace tres años que pago un seguro que te manda un service o una grúa por si te pasa algo en el camino y hasta ahora jamás lo necesité, nunca los llamé ni los molesté. Esta vez intenté comunicarme y me topé una serie de contestadores automáticos y musiquitas cursis que me sacaron de quicio, Cuando por fin me atendió alguien y me pidió quinientos datos para comprobar mi identidad, me informó sin rodeos y con tono monocorde "su póliza venció el 18 de octubre".
Sentí como una trompada en medio del rostro. "Eso fue... AYER" -noté angustiada-. Le transmití mi desazón a ese tono informe, hablando con la voz quebrada e intentando conmoverlo -contó la clienta- mientras Violeta y yo escuchábamos divertidas, porque la bonita señora de los contratiempos poseía el don de la narrativa oral y contaba la serie de peripecias con el tono patético y burlón de una verdadera "standapista".
-Pero no hubo caso -siguió diciendo-. La voz sólo quería cortar la comunicación repitiendo una y otra vez: "Si su seguro está vencido, el sistema no me permite enviarle un móvil de auxilio mecánico".
En fin, les resumo el cuadro de situación -enumeró con la mano que ya tenía las uñas pintadas-. "Noche, los chicos solos en casa, uno de ellos con fiebre, la rueda delantera cada vez mas baja, la rueda de auxilio ya la usé y al día siguiente -hoy- tenía que estar a las 8.00 en mi nuevo trabajo a 25 km de Ramat Gan. Me metí adentro del auto y se me cayeron un par de lágrimas. Pero intenté ser resolutiva: llamé a los chicos y le dije al de ocho -aclara- "que es el mas grande" que voy a buscar una gomería abierta y que si tienen sueño se duerman... mami volverá enseguida. Entonces puse el auto en marcha... (estudiada pausa dramática) y NO arrancó. Intenté otra vez, volví a ingresar el código de la alarma... el auto no es muy nuevo pero tampoco es taaan viejo... pero no hubo caso. Parece que murió la batería. Quedé como en blackout, paralizada, tratando de encontrar explicaciones fiosóficas y psicológicas a lo que estaba pasando...
¿Por qué esta cadena de contratiempos? ¿Por qué justo cuando conseguí un trabajo adecuado y conveniente? ¿Por qué ahora, que empecé a salir a flote sola del divorcio que me hundió?
Las preguntas de la clienta quedaron suspendidas en el aire de la manicuría y se mezclaron con el típico aroma de la acetona, los esmaltes y la cera depilatoria. Violeta y yo la miramos intrigadas. Hizo una pausa que nos pareció demasiado extensa y anunció el desenlace:
"Entonces sonó mi celular".
Identifiqué el número de un gordito bastante pesado que me está pretendiendo hace varios meses... -dijo-. En otra circunstancia ni le hubiera contestado pero en esta ocasión... ¡sentí que lo mandó Dios!. Violeta y yo nos miramos divertidas y eso la estimuló.
"Ahí estaba, vibrando e iluminando mi teléfono en el momento exacto y en el minuto indicado". No lo dudé: deslicé suavemente mi yema por la pantalla dactilar del android y antes que él me dijera "¿cómo estás?" eché por la borda discursos feministas y alegatos de autosuficiencia y lo saludé diciendo: "la vida me está indicando que necesito otra vez un hombre a mi lado".
.................................................................................
Las cadenas de contratiempos son un tema recurrente en la literatura, el cine y el teatro. Desde la dramática película "Un día de furia" hasta shows de stand up donde las dificultades cotidianas se abordan desde el humor, una buena pluma o un hábil narador, pueden transformar situaciones exasperantes que llevan al borde de la desesperación, en las mas deliciosas anécdotas.
A ver autores... ¿quien se anima a aportar al blog el relato de una serie de vicisitudes? Importante: elijan si el tono será dramático o mas bien de un humor patético... ¡Espero vuestros escritos!
-Una rueda se me pinchó y unos vecinos la cambiaron por la de auxilio, pero al estacionar... vi que la otra goma delantera estaba bajísima. Hace tres años que pago un seguro que te manda un service o una grúa por si te pasa algo en el camino y hasta ahora jamás lo necesité, nunca los llamé ni los molesté. Esta vez intenté comunicarme y me topé una serie de contestadores automáticos y musiquitas cursis que me sacaron de quicio, Cuando por fin me atendió alguien y me pidió quinientos datos para comprobar mi identidad, me informó sin rodeos y con tono monocorde "su póliza venció el 18 de octubre".
Sentí como una trompada en medio del rostro. "Eso fue... AYER" -noté angustiada-. Le transmití mi desazón a ese tono informe, hablando con la voz quebrada e intentando conmoverlo -contó la clienta- mientras Violeta y yo escuchábamos divertidas, porque la bonita señora de los contratiempos poseía el don de la narrativa oral y contaba la serie de peripecias con el tono patético y burlón de una verdadera "standapista".
-Pero no hubo caso -siguió diciendo-. La voz sólo quería cortar la comunicación repitiendo una y otra vez: "Si su seguro está vencido, el sistema no me permite enviarle un móvil de auxilio mecánico".
En fin, les resumo el cuadro de situación -enumeró con la mano que ya tenía las uñas pintadas-. "Noche, los chicos solos en casa, uno de ellos con fiebre, la rueda delantera cada vez mas baja, la rueda de auxilio ya la usé y al día siguiente -hoy- tenía que estar a las 8.00 en mi nuevo trabajo a 25 km de Ramat Gan. Me metí adentro del auto y se me cayeron un par de lágrimas. Pero intenté ser resolutiva: llamé a los chicos y le dije al de ocho -aclara- "que es el mas grande" que voy a buscar una gomería abierta y que si tienen sueño se duerman... mami volverá enseguida. Entonces puse el auto en marcha... (estudiada pausa dramática) y NO arrancó. Intenté otra vez, volví a ingresar el código de la alarma... el auto no es muy nuevo pero tampoco es taaan viejo... pero no hubo caso. Parece que murió la batería. Quedé como en blackout, paralizada, tratando de encontrar explicaciones fiosóficas y psicológicas a lo que estaba pasando...
¿Por qué esta cadena de contratiempos? ¿Por qué justo cuando conseguí un trabajo adecuado y conveniente? ¿Por qué ahora, que empecé a salir a flote sola del divorcio que me hundió?
Las preguntas de la clienta quedaron suspendidas en el aire de la manicuría y se mezclaron con el típico aroma de la acetona, los esmaltes y la cera depilatoria. Violeta y yo la miramos intrigadas. Hizo una pausa que nos pareció demasiado extensa y anunció el desenlace:
"Entonces sonó mi celular".
Identifiqué el número de un gordito bastante pesado que me está pretendiendo hace varios meses... -dijo-. En otra circunstancia ni le hubiera contestado pero en esta ocasión... ¡sentí que lo mandó Dios!. Violeta y yo nos miramos divertidas y eso la estimuló.
"Ahí estaba, vibrando e iluminando mi teléfono en el momento exacto y en el minuto indicado". No lo dudé: deslicé suavemente mi yema por la pantalla dactilar del android y antes que él me dijera "¿cómo estás?" eché por la borda discursos feministas y alegatos de autosuficiencia y lo saludé diciendo: "la vida me está indicando que necesito otra vez un hombre a mi lado".
.................................................................................
Las cadenas de contratiempos son un tema recurrente en la literatura, el cine y el teatro. Desde la dramática película "Un día de furia" hasta shows de stand up donde las dificultades cotidianas se abordan desde el humor, una buena pluma o un hábil narador, pueden transformar situaciones exasperantes que llevan al borde de la desesperación, en las mas deliciosas anécdotas.
A ver autores... ¿quien se anima a aportar al blog el relato de una serie de vicisitudes? Importante: elijan si el tono será dramático o mas bien de un humor patético... ¡Espero vuestros escritos!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)