12 jul 2014

Tip 41: Interrupciones

El pie izquierdo, metido dentro de la palanganita de agua tibia.
El derecho, estaba siendo pulido meticulosamente por las manos expertas de Violeta, que limó uñas, suavizó asperezas y lo masajeó con distintas capas de unguentos exfoliantes y cremas hidratantes, cual si yo fuera una gueisha del emperador (en lugar de una jardinera con ínfulas de escritora).  Una vela con aroma a sándalo perfumaba el pequeño recinto.  De fondo, sonaban como una caricia la voz y el piano del israelí Idan Raichel.  Cerré los ojos y vi su aspecto tan particular en "Sueños de Otros", el video de la canción que escuché tantas veces...  Lo vi con sus rastas y su vestuario holgado tipo beduino, arrastrando el paso como si barriera conflictos con su andar musical y dejando un manto de amistad en su huella.

Espié por el rabillo del ojo.  Violeta me estaba pintando la tercera uña del pie de un tono lila de verano. Entonces la escuchamos.   La sirena de alarma, con su ulular tan particular, que asciende y desciende.  La mente respondió de inmediato a las instrucciones de la Guardia Civil:  en Ramat Gan -periferia de Tel Aviv- hay 1 minuto 45 segundos para llegar a un lugar seguro.  Pero la modorra en la que estaba sumido mi cuerpo no hizo caso.
Mi manicura se incorporó de inmediato.
-Hay un refugio en el edificio de al lado- indicó con firmeza-  Bajemos ya.  Dos clientas que aguardaban su turno obedecieron sin discutir.  Violeta estaba por salir, cuando leyó en mi expresión de relajo que no tenía la mínima intención de levantarme y salir corriendo con un pie mojado y medio pie recién pintado.
Se detuvo en seco y giró hacia mí.
-Vos...-me apuntó con dedo amenazador-  vos seguro que estás entre el grupo de idiotas que mandan mensajitos de teléfono cuando manejan y contestan el celular en medio de la autopista ¿no?
No entendí adonde quería llegar pero me molestó lo que dijo.  

-¡Mentira!  Cuando manejo tengo silenciado el teléfono, qué me atacás...

-¿Entonces?  Esto es lo mismo.  La decisión cotidiana, el instante que puede cambiarlo todo para siempre.  ¿Contesto el celular? ¿Bajo al refugio?  ¿Vas a seguir pensando?  Nos quedan todavía 50 segundos... ¿Bajamos o seguimos discutiendo?

Mi manicura cruzó los brazos y se plantó firme enfrente de mi, los ojos verdes echando chispas y rizos entrecanos cayendo violentos sobre su frente.  La sirena me taladraba el oído, la conciencia y el corazón.  Me puse unas ojotas torpemente.

-¡Qué desastre, mirá! -señalé  mientras bajábamos a los apurones las escaleras del refugio del edificio vecino.  ¡Vas a tener que pintarme las tres de vuelta!  Se corrió el esmalte...
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Queridos autores:  a veces en los Talleres nos preguntamos ¿cómo desatar el conflicto en una historia?
Una forma efectiva, puede ser a través de la interrumpción de un momento pastoral.  Comenzamos describiendo o mostrando (si es una escena) un momento de mucha paz, armonía o felicidad, que abruptamente SE CORTA por una llamada, unos golpes, un grito... una sirena.  Ese CONTRASTE, desata el conflicto: ¿qué pasó, qué hacer? ¿Quién aporta al blog un lindo ejemplo?

7 comentarios:

  1. Mayo 1948

    Silbando quedo, contento de haber recibido un día de trabajo bien pagado, me dirigía a casa, a bañarme y almorzar. La ciudad de Rehovot, un paraíso de quietud y de gente culta, con el Instituto Weizman como distintivo. De allí volvía yo, después de trabajar en el camouflage de su torre, ya que la guerra se había desatado.

    Sonreía de alegría, porque nos contrataron para toda una semana y terminar la labor. Algo desconocido sucedía, ciertos sonidos extraños, irritantes, la gente corría, pero yo seguía por la calle principal, ya en el centro de la ciudad... entonces escuché a dos gorilas que me gritaban. Seguí mi camino y de repente sentí como dos pares de brazos me alzaban y arrastraban al sótano de un negocio en la esquina.

    Iba a protestar, cuando una explosión ensordecedora me convenció que en realidad "algo ocurría". Se hizo un silencio. La falta de aire me impulsó a salir, pero la puerta estaba obstruída por una montaña de lladrillos, cal, tierra… eramos solo dos los jóvenes allí enterrados, comenzamos a hacer un boquete para salir, ayudamos a la gente a arrastrarse por el y liberarnos tambien nosotros.

    La esquina de enfrente, el Municipio, cortado y en su piso de arriba una silla bamboleándose, no se decidía a caer.


    Zeev - 215
    Amikam, 12 de Julio de 2014

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  2. Pitada final

    Escucho el pitar del juez por una grave falta, suspendiendo el partido por un minuto. Escucho al mismo tiempo la sirena, que me advierte que tengo un minuto para refugiarme y salvar mi pellejo. Paradoxal, todo en vivo y simultáneo. La pasión y emoción por el fútbol paraliza nuestro corazón por el detonante "boom" sobre nuestras cabezas. Cunde el miedo y el pánico en la cancha ante el penal sobre la red. Cunde el miedo y el pánico que ese misil no caiga sobre uno.
    Antes de empezar el partido cantamos con fervor el himno nacional defendiendo nuestra camiseta. Euforia y patriotismo. Apasionantes 90 minutos, sentados frente a la TV, lo contemplamos. Puro deporte. La otra camiseta, la cotidiana, la que llevamos puesta, de nuestra patria, los adversarios hacen lo posible para que no permanezcamos sentados. Nos sacuden, buscando exterminarnos. Una y otra vez. Es la lucha por la vida, defendiendo nuestra existencia. No nacimos para morir sino para vivir. Así nos relata la Biblia: "Yo he puesto hoy delante de tí la vida y el bien, la muerte y el mal". Es decir, se nos dieron dos opciones: escoger por la Vida o por la Muerte. Los humanos conscientes amamos la vida. Los carentes de valores humanos, educación y cruel barbarie que proviene de la ignorancia, la estupidez y la superstición, alimentan su miedo, irrumpiendo en terror al servicio de la muerte. Eso son los dos mundos que vivimos. Una cancha territorial donde el juego balístico se produce en la atmósfera, mientras en el firmamento, se humedecen nuestros ojos con imágenes de tragedias humanas y materiales. En la cancha se desgarra un lastimoso llanto de angustia y dolor cuando se pierde en pos de la final y que todo un pueblo se identifica como un luto nacional. Esa pelota que rueda causa alegría, emociones y sorpresas. De las buenas y de las malas. El "otro deporte", de la guerra entre dos adversarios, del Bien y el Mal, carece de un juez universal que pite la finalización de la batalla campal. Así como la FIFA rige las reglas del fútbol, lo mismo debiera la ONU impedir conflictos mundiales en nuestro planeta, redondo como la misma pelota.
    La pelota sigue girando. Se la patea, se la acaricia y se la besa. Ojalá llegue ese día en que ese balón nos satisfaga de emoción con muchos goles, jugándose amistosamente, entre otroras adversarios del campo de batalla.
    ¡Bendita pelota universal que voletea en el aire cual paloma de la paz…! Gritando todos ¡gooool… gooool…! ¡Goles de paz… libertad… justicia!

    Pesaj (Lito) Skudizki

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    1. querido Lito buena, acerteda metáfora nos regalas en tu texto Yvette Schryer

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  3. Que buenos textos! ya me dieron ganas de sentarme a escribir...

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  4. No fue en esta...fue en en la otra...la de Saadam Husein..la denominada guerra del golfo. Semanas despues de terminada cualquier moto, ambulancia o una serie de television donde se escuchase una sirena parecida a la alarma, nos provocaba un ataque de taticardia!!!!

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  5. Traté de volcar primero paz... por el recuerdo, luego el conflicto.
    Busqué la eufonía.

    Ilusión

    ¿Que sentido tiene la vida sin vos?
    La misma de siempre…una nueva fantasía.
    Te fuiste en el vano intento
    de alcanzar estrellas fugaces y amaneceres perdidos.
    Y yo aquí…
    en mi casa de luces oscuras y árboles grises
    volcado en la cama de sábanas negras
    y espacio sobrante
    aprendo del eco que mi palabra devuelve
    pintada de frío y color de metal.
    Lo siento amor… tanto lo siento,
    mi conocida tristeza regresa a ocupar tu vacío lugar.
    Y tejeré fantasías, dibujando una negra figura
    para entregarla a mi soledad.
    Y el aliento helado de su hiriente risa
    será caricia para mi triste rostro.
    Mi pesada existencia será bendecida
    con su presencia… en mis ojos sin vista,
    de sordos oídos, de mueca sonrisa…
    y soltando la vida
    sus descarnadas manos tomando las mías,
    serán consuelo y guía…
    para animarme a seguirla sin miedo,
    ella... mi última visión.

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  6. Escribir anonimamente es como tirar la piedra y esconder la mano...

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