22 jun 2013

Tip 10: Un buen conflicto

En el mismo momento que estacioné, empecé a escuchar los gritos:  voces ofuscadas que provenían de la manicuría de mi vecina Violeta, que quedaba a pocos metros de mi casa, en la ciudad de Ramat Gan.

No pude evitar ir a curiosear y me encontré con un cuadro donde una joven clienta  (pronto supe que se  llamaba Yael y estaba a punto de casarse) había elegido para el día de la boda, pintarse las uñas ni mas ni menos que de color amarillo y negro:  una amarilla y una negra, otra de nuevo amarilla y la siguiente negra... así quería que Violeta alternara los colores en sus manos, a la hora de lucir el vestido blanco.

Su madre y su inminente suegra, que la habían acompañado soñando con un tenue rosa perlado para la ocasión o con el color llamado "vía láctea" que da a las uñas la apariencia de perlas o estrellas, pusieron el grito en el cielo oponiéndose a capa y espada.   Y, como suele suceder en Israel, todas las damas presentes tenían una opinión para emitir y ninguna estaba dispuesta a callarse.

La empleada árabe que depilaba, indicó que un dorado suave sería mejor que el amarillo y no enfadaría a nadie.

Una señora mayor que esperaba que sus uñas pintadas de rojo se secaran,  miraba sus dedos largos y hermosos a pesar de la edad y alegaba que no había elegancia mayor que el púrpura en las manos de una mujer.

La mamá y la futura suegra de Yael,  sostenían con énfasis y a los gritos,  que el amarillo es el color de la envidia y que ese sentimiento -justamente- hay que tratar de alejarlo siempre y con mas razón- el día que se sube al altar.

Y la mismísima Violeta comentó en hebreo a la confundida novia que, si las pintaba con amarillo y negro, sus uñas lucirían como los taxis de la ciudad de Buenos Aires en Argentina, su país de origen.

Apenas asomé mi nariz al umbral del local de belleza y pregunté qué estaba pasando, todas -menos
la azorada Yael- hablaron al unísono tratando de imponer sus propias razones y al final, se hizo una suerte de brecha menos ruidosa y pidieron por fin mi opinión.   Entonces, como no sabía bien qué decir, vacilante, me dirigí a la novia:

-¿Y por qué elegiste esos colores?

El grupo esperó la respuesta, expectante.

-Son los del Betar Ierushalaim... su equipo de fútbol -dijo a punto de romper en llanto-.  
Quería darle una sorpresa.

Un silencio culpógeno e incómodo se instaló en el local, hasta que Violeta lo rompió abriendo ruidosamente el cajoncito donde guardaba sus mil y un esmaltes de Sherezada y eligió expeditiva
(sin que nadie diga ni "mu") un frasquito amarillo... y otro negro.

Tal como sucedió esa polémica tarde en la manicuría, en todo cuento, obra de teatro o película, 
los autores necesitamos un CONFLICTO. 

En mis Talleres surge reiteradas veces la inquietud:  ¿Cómo hacer para crear o inventar un buen conflicto?  

Una forma posible es la siguiente:  cuando uno de los personajes toma una determinación y alguien (padres, novia, maestro, cura, policía, etc) o  algo (una institución, la sociedad, la ley, una religión) intenta  impedir que lleve a cabo lo que se propuso.  Esa es una situación de conflicto básica. 

El CONFLICTO es el  alma mater de nuestra historia:  si nada sucede... ¿a quién le interesará saber qué pasó?  En próximas entradas iremos analizando situaciones de conflicto más complejas.

En tanto... ¿quién se anima a describir una situación de conflicto puntual y cotidiana, como la que atravesó Yael, donde un personaje decide hacer algo y otros tratan de impedírselo?

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  2. No siempre el conflicto es provocado por alguien, puede ser una situación surrealista como la del siguiente relato.
    Esta basado en un cuadro llamado Soledad, donde se ve una niña de espaldas en una estación de trenes vacía.


    El tren arrancó

    El tren paró por unos minutos. El padre bajó a comprar cigarrillos.

    Como demoraba, la hija descendió a buscarlo por la puerta trasera del vagon .

    No percibió que el subía por la puerta delantera.

    El tren arrancó cuando la niña se acercó a un puesto de diarios a ver una revista.

    No alcanzó a subir. Por la ventana del vagón vio como su padre se sentaba y acariciaba la cabeza de una niña igual a ella, su mismo peinado, su mismo rostro, su mismo vestido que le hacía adios con la mano.

    Desolada, se quedó esperando hasta que se hizo noche y la Luna se vió en el cielo.

    El anden estaba completamente vacío y las paralelas de las vias se perdian en el infinito.

    A la tarde del día siguiente llegó un tren. Por la ventana del vagón vio a su padre que hablaba con una niña igual a ella, su mismo peinado, su mismo rostro, su mismo vestido.

    El hombre bajó del tren, se dirigió al quiosko y compró una cajetilla de cigarrillos, se le acercó, le acarició la cabeza, le tomó de la manó y subieron por la puerta delantera del vagon.

    Simultaneamente, la niña igual a ella bajó por la puerta trasera del vagón y se acercó al puesto de diarios...

    El tren arrancó, perdió el tren.

    Desde el vagon la niña que subió con el padre le hizo un gesto de adios con la mano.









    ResponderBorrar
  3. Qué historia cíclica... borgiana. Gracias, Dany, muy original.

    ResponderBorrar
  4. Andre, no se puede hacer "Copy- Paste", te mando a tu mail la historia de amor que escribí, y nos vemos mañana.
    Un beso
    Ale

    ResponderBorrar
  5. Conflicto es algo que nunca aprendi como definirlo..
    Desde que hacia teatro.cuando tenia que crear alguna situacion de conflicto o algo parecido,el conflicto era lo mas dificil de resolver,
    "La vida es un gran conflicto".como por ejemplo,si es el sentimiento o el pensamiento racional,el que rige la vida,o el inconciente tan oscuro que salvo cuando se va al sicologo,despues de muchos anios de tratamiento,se puede empezar a entender algo de lo que trato de entender durante tanto tiempo.
    yo por ejemplo,trate de analizar mi vida desde un punto de vista Freudiano,sin llegar a ninguna solucion practica.
    Despues de 8 anios de psicoanalisis,mi analista se canso de mi y me mando a otro sicologo,el cual no acepte y decidi venirme al pais,este en el que vivo,no muy conforme, como se dice,mi "pioresnada"
    Pero cada vez que caigo en conflicto,me pregunto,que hubiera pasado si hubiera ido a otro sicologo que me recomendo mi sicologa?
    Tal vez el conflicto se resolvio en el momento mismo, que deje a la sicologa y me vine a Israel,solo sin mas compania que yo mismo.
    hasta la proxima.

    ResponderBorrar

Tu opinión enriquece este blog... gracias!